lunes, 17 de diciembre de 2007

La Cama

El viento sopla por entre los árboles, se escucha un leve susurro a través de las hojas. Lentamente el día perece y el anciano que se encuentra en una banca a la orilla de unas canchas de basquetbol, se dispone a partir. Guarda su pluma y su cuaderno, aquel que siempre le acompaña. Desde que se acuerda siempre anduvo con un cuaderno en la mano, pendiente de los caprichos de su mente, de sus recuerdos, de sus historias. Con su lento andar, pasa frente a la iglesia, una casa y otra. El frío se hace presente, se coloca sus guantes y su gorro.

Vida, ¿Adonde te me fuiste? ¿Con quien te acostaste? ¿Recuerdas que eras mía? Siento que ya no he de seguir transitando por este mundo, que el tiempo se me acaba, lo único que me queda es este cuaderno, la pluma y mis pensamientos. Esos pensamientos que florecen junto con el alba y que sucumben al lamento tardío de la soledad nocturna que me acurruca a la sábana fría e insolente de mi cama. Allí, no encuentro salida a todos esos recuerdos malnacidos que me asedian. Mi alma siente que ya no puede más, ese castigo por ser como fui corroe mis entrañas y me hace cada día más indiferente de todo. Todo me golpea y todo desde que ella se fue. Mi edad aún me permite amar, pero ¿Por qué se me hace tan difícil querer de nuevo? Dios ¿Tiene algo de malo amarle más que a la que mi esposa fue? ¿No soy acaso libre de querer hacer con mi vida lo que se me antoje? Por eso tengo esta vejez tan sufrida, tan solitaria al lado de tanta que gente; de hijos, de nietos y demás familia que conozco y a la vez no. Quisiera tener la fuerza de antes, los pensamientos de antes, los amores, los infinitos amores de antes; los cuerpos de aquellas damas que rozaban en belleza con las flores de los campos y las delicias de la hierba. ¿Dónde ha quedado todo eso?

La cuadra se le termina mientras sus pies y sus pensamientos transitan. Dobla la esquina sin percatarse de que dos jóvenes se encontraban sentados al otro lado de la calle. Uno de ellos, en un estado extraño, reclama al viejo que volteé que está en su territorio. Debido a su edad y al mar de pensamientos donde navega, se le hace casi nulo el sonido. Aquel, en su locura, sigue gritando, llamando la atención de algunos curiosos. El anciano hace lo que una parte de su cabeza ha programado a sus pies: caminar, caminar, caminar. El joven se acerca al viejo y le grita. Es inútil, no escucha. Molesto, le da un fuerte empujón. El viejo observa con lentitud como la calle se aleja de su mirar y siente como su cuerpo es seducido por la gravedad, el parpadeo viene con el golpe, luego su mirada se agrieta y permanece inmutable su vista en cielo crepuscular. Tan fuerte ha sido el golpe que no siente dolor. No puede mover los brazos, ni los pies. Siente como si estuviera acostado en su cama con aquellas extrañas posesiones fantasmales que hacen el amor con el alma en las noches frías. Pero no, se encuentra despierto a punto de perder el conocimiento. Toda su vista se vuelve confusa, no sabe donde es arriba y abajo, no entiende, se acerca un rostro familiar -¿Quién es? Sabe que le ha visto en algún lugar, pero no sabe, no quiere saber, no quiere pensar. Su cabeza reclama atención y el dolor nace y acrecienta, su corazón siente miedo, él también. Todo tiembla, algo se acerca ¿Qué sucede? Sus parpados se cierran, vuelve abrirlos, escucha murmullos distorsionados, pero no distingue voces. No sabe si hay mujeres, no sabe si hay hombres, no sabe si hay niños. -Toda esa gente, ¿De Donde habrán salido? ¿Qué sucede? ¿Mataron a alguien? ¿Quién me toma? ¿Adonde me llevan? Rojo, veo rojo, esa luz, ¿De donde viene? Ya no veo, no me cierren los ojos, todo se nubla. ¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? ¿Eres tu muerte? ¿Vienes por mí? - Queda inconsciente.

Los enardecidos vecinos al ver lo que sucedía buscaron al joven agresor y al encontrarlo hicieron justicia con sus manos. Familiares, hombres y mujeres golpeaban al joven hasta que la policía impidió que le mataran. Luego de la paliza, se preguntan que habrá sido del viejo. Familiares buscan desesperadamente el lugar donde los bomberos le dejaron.

Los días, transcurren lentos como en una noche solitaria. Abre los ojos, hubiera querido no hacerlo. La luz de su cuarto le lastima. Observa confuso ¿Dónde estoy? ¿Es esta mi cama? Se cuestiona constantemente, observa sus libros, incluso aquellos que escribió pero no reconoce nada. Le duele la cabeza, no quiere pensar, pero es inevitable. No puede moverse, pareciera que sus manos y pies yacen atados en la cama por correas invisibles. Logra erguirse, camina. Cree ver la puerta de la calle. Libertad, añora pisar esos adoquines viejos con sus pies descalzos como cuando era un niño. Se siente rejuvenecido. -¿Qué hace? Grita una mujer. De regreso para su cama. – Voy para la calle, déjenme, replica el anciano. – No, ese es el baño.

Desde su cama escucha lo que la familia dice – Ya no, creo que ya no se recuperará, vamos a tener que empezar a buscar lugar donde enterrarlo, porque uno nunca sabe. – Ya cállense, replica un hombre, no ven que mi papá los puede oír. Pero él no se muere, fue solo un golpe. Cuando menos sientan ya no va a estar en la casa, ahí van a ver lo que les digo, acuérdense. Todos siguen con sus cosas, unos preocupados, otros no tanto.

En su prisión, el anciano piensa historias, mientras su hijo limpia el pañal, no puede escribirlas, se siente frustrado. Su mente está centrada en escribir, no piensa otra cosa. La comida que le dan se cae de su boca, está en otro lugar, en otro planeta, la tierra ya le es un lugar irreconocible. Estar en cama todo el tiempo le molesta. Quiere gritar, pero no puede hablar. Un par de pastillas dicen que le aliviarán.

–Viera doctor que está bien inquieto, ya no podemos aguantarlo ¿Qué nos recomienda?

- Denle estas pastillas, la parten a la mitad y se la dan, eso le alcanzará para que descanse y duerma un rato y se mantenga relajado.

Siente un efusivo deseo de liberarse y ser solitario como antes. Recuerda al chucho león. A la perra que años atrás murió. Dos pastillas, saben amargo. Nadie sabe si servirán. De inmediato queda inconsciente, no responde. Pasan días y sigue ido. No recuerda nada, otras pastillas. Alguien dice que son malas, que no hacen nada. Intenta ver, no puede, no siente que la luz penetre por sus ojos abiertos y sigue sin poder moverse. -Es una tortura, piensa. Como puedo sobrevivir a esto, no puedo, no quiero. La vida se me ha acabado, no puedo continuar postrado como un vegetal a punto de ser devorado por los bichos, por los gusanos que lentamente subirán por mi cuerpo y seré polvo de nuevo.-

Sus pensamientos son infinitos. Y entre todos ellos existe un pensamiento que se fusiona con el latir de su corazón y su deseo de vivir. Ella, ¿Dónde estará? Le ama con tal intensidad que por ella desea levantarse. A pesar de su edad, aún siente amor. -Nadie puede vivir sin amor, piensa. Son pajas, no conozco a nadie que haya muerto sin amar.

Luego de semanas de encierro y de confusiones, llega por fin el día en el que todos se confiaron de que estaría como un zombi viendo tele. Toma su cuaderno en escondidas, busca su amado lapicero y lentamente abre la puerta, sale y ve el mundo que le había sido negado, si tan solo hubiera salido desde el principio su recuperación hubiera sido más pronta. Lo cierto es que habla con si mismo, parece que las palabras de su pensamiento ya no las oye y entonces se habla así mismo. La gente observa con cierto desdén y temor al viejo que camina pensando lo que escribirá, se detiene en una banqueta, se sienta, escribe, se levanta, camina, se habla de nuevo y así continúa por largo rato hasta que la noche le alcanza. La familia se preocupa, pero no tanto, ya que lo ven transitar dando círculos en las mismas cuadras. Se dan cuenta de que no es ningún tonto y que está actualizando su sentido de orientación.

Su recuperación no es del todo satisfactoria, aún padece de fuertes dolores de cabeza. Camina y se pierde en las calles del pueblo, habla con desconocidos. A veces no diferencia entre su realidad y la realidad y hace lo que sus historias dicen. En un momento de lucidez, recuerda la imagen de un atajo. Transita, y llega a la puerta de una casa, toca y su amada sale. Recuerda haberla sentido en la cama cuando permanecía inconsciente, en ese momento soñaba con abrazarla y tenerla de nuevo. Su mente se llena de vida, su alma y su corazón. Se siente como un niño, se siente feliz.

Recuerda la indiferencia y la insensibilidad de varios de sus parientes, pero no se molesta. Ya que hubieron otros que le sirvieron con tal amor y cariño que sintió la calidez de sus almas y no necesito cobijarse. Una de sus nietas durmió con él y lo recuerda. Recuerda como el fantasma de su esposa le visitaba por las noches sin reprocharle nada, solamente para visitarlo. Todos los amigos y hermanos que se adelantaron en el camino, llegaron transformados en sombras de vez en cuando a charlar en sueños y recordar viejas aventuras.

Lentamente la noche se deja caer con ese manto oscuro y frío. Mientras la luz se le escapa, el viejo que permanece, sentado lee cautelosamente una historia que ha estado cavilando y finalmente escribió. Escucha con cuidado como una joven pareja se jura amor eterno. Se dibuja en su rostro una leve sonrisa, ve su nuevo anillo de bodas. En su mente como fotografías las imágenes pasan una a una, en aquel hermoso día donde juró a su nuevo amor. Ningún familiar asistió, no quiso que llegara nadie, todos culparían al golpe de la nueva locura que haría. Luego de observar detenidamente el anillo, se siente renacido, ve la vida de otra manera después de acariciar a la muerte. Vuelve a su cuaderno y finaliza el relato: “Nunca es tarde para vivir otra vez”

lunes, 26 de noviembre de 2007

Sombra de Feria

Resuena en el aire la fuerte explosión de la bomba que anuncia el paso de la procesión que atravesará la feria tradicional del lugar. Año con año, miles de personas se dan cita para gastar sus centavos y disfrutar de las delicias del exceso del alcohol, el elixir de sus ansias por desconectarse de la realidad.

Acompañado de su familia, Don Ernesto transita orgulloso llevando de la mano a su esposa y a sus hijos que, desde hacía buen tiempo, querían disfrutar de los juegos de feria, algodones de azúcar, dulces de miel, gritos, sonrisas y efímeras alegrías. Se sentaron en un pequeño negocio de helados. Don Ernesto sintió la necesidad de ir al baño a evacuar las cervezas que hace un rato había disfrutado. Pide disculpas y se retira. Después de unos minutos, ya con su cuerpo más liviano, regresaba tranquilo cuando observa a un niño en medio del camino. La gente transita sin prestarle atención, unos si lo hacen pero le empujan para que se mueva. A pesar del incesante ir y venir de las personas el niño permanece inmóvil, como una estatua. Don Ernesto piensa que tal vez se hallé perdido. Camina hacia él observando de lado a lado queriendo encontrarse con la mirada que busqué al niño, ya que por la estatura del niño calcula que tendría no más de cinco años. Su camisa rota a duras penas blanca, sus pies descalzos, negros y llenos de tierra, le dieron la indicación de que era de familia pobre. Inmediatamente pensó en darle unas monedas para algún juego o un helado. Por fin llega y le toca con el dedo para que volteara… Nada, no responde. Lo mueve con suavidad con su mano… Nada, no se mueve. ¿Estará llorando? Pensó. Se coloca frente a él y su asombro al verle el rostro fue tal que se tomó el rostro con ambas manos, no cree lo que sus ojos ven, un niño tan pequeño, no lo puede creer, se coloca de espaladas hacía él, miles de pensamientos rebosan en su cabeza, siente un vacío en su cuerpo, siente como su corazón se comprime, las lágrimas quedan ofuscadas, se traga su impresión. Trata de marcharse. Sus pies están pegados al suelo, algo no le deja marcharse, escucha en su interior una voz que resuena. Lentamente da media vuelta y observa con dolor como el niño inhala de una bolsa algún tipo de sustancia que le droga. La bolsa se retrae por completo por la fuerza con la que inhala, por entre sus labios rajados se escurre el líquido que le quema. Don Ernesto no sabe que hacer, observa de un lado a otro pidiendo ayuda con los ojos. Todos evitan su mirada, la gente sabe lo que él ve, pero le ignoran. Todos miran al niño y rápidamente desvían su vista hacía algo más lindo y menos triste. Se siente en otra dimensión donde solo se encuentran ellos dos, donde solo él es capaz de verlo o por lo menos de sentirlo. No sabe que hacer, ni que decir. Solo siente como la impotencia le invade al ver como los ojos del niño se pierden de la realidad tornándose blancos. Con sumo cuidado se arrodilla y le quita de la boca la bolsa más no puede arrancarla de esas pequeñas manos-

-Mijo, ya no hagás eso. Te vas a morir- Fue lo único que pudo salir de su boca.

El niño regresa la mirada y con una tristeza indescriptible le dice:

-Si, eso es lo que hago. Quiero morirme, no se porque nací-

Don Ernesto se pone de pie y las lágrimas brotan instintivamente de sus ojos.

Tiene deseos de llevárselo, tomarlo como su hijo para que abandone ese mundo, pero no puede, busca en el mar de personas a su familia, se siente inseguro, no sabe como responder a algo así. El niño camina lentamente tambaleándose por entre la multitud. Don Ernesto quiere detenerlo, pero no puede, quiere ayudarle, pero lo detiene una responsabilidad más, una tan enorme. Tiene a sus hijos, piensa en ellos, intenta regresar y vuelve la vista, ya casi no ve al niño y éste termina perdiéndose. Le da la espalda e intenta ignorar lo sucedido, su corazón late con suma lentitud, siente que le falta el aire. Todo iba también, porque tuvo que ser asediado y puesto a prueba de esta forma, ¿Por qué el mundo es así? ¿Por qué todo tiene que ser sufrimiento? No puede sacar la imagen en su mente, por un momento olvida lo que iba a hacer, sus ojos se encuentran llenos de lágrimas que se niegan a caer. Ubica a su familia y regresa con ellos. Su helado se halla derretido, ha `perdido el apetito, escucha que su esposa dice algo pero no presta atención, ya no quiere saber nada, solo quiere regresar a su casa, recostarse en la cama y concentrarse en olvidar lo sucedido. Más tarde regresan a su casa luego de una noche llena de sorpresas y una inesperada tristeza. Ya en su cama, Don Ernesto es incapaz de conciliar el sueño. No puede olvidar esa mirada. Su consciencia le habla, le grita y no escucha, no quiere saber, no quiere recordar, no quiere pensar, no quiere sentir, solo quiere dormir y olvidar.

Al pasar el tiempo le olvida con éxito y su vida sigue tranquila, como antes lo estaba anterior a aquel acontecimiento. Un año después la feria llega de nuevo. No recuerda nada. Camina de nuevo con su familia y su orgullo hasta que observa, ahora, detrás de unos baños a un grupo de niños de aspecto pobre, rápidamente los relaciona con el niño que hace un año se drogaba. Su mirada se pierde, no quiere estar ahí, cada cosa que observa le molesta, escucha la voz de su conciencia por todos lados, en la música, en las risas. Don Ernesto no quiere ver a los niños, quiere olvidar ese día, borrarlo de su memoria. Enfoca su vista hacia otra cosa y recuerda la penetrante mirada de aquella pesadilla. No sabe que hacer, está confundido. Su consciencia ataca de nuevo indicándole que puede hacer algo, lo que sea, pero no escucha, sigue caminando. Durante toda la noche recuerda esa mirada que le asedia el pensamiento y el alma, esa mirada perdida en el mundo alucinógeno que la droga creó, las palabras y su indiferencia. No puede olvidar y no quiere hace nada. Quisiera que eso nunca hubiera sucedido, no quiere tener ese sentimiento. Piensa y se dice: “No dejaré que mis hijos caigan en ese mundo”. Pero sabe que no es suficiente. Si consciencia no deja de martillar en su alma y en su mente aquella imagen para que haga algo, lo que sea. Pasa el tiempo y no hace nada, no quiere involucrarse, quiere que no le importe y volverse frio, insensible.

Pasan cinco años y aquella sombra de feria ha quedado por fin en el olvido gracias a que por fin logra, después de tanto luchar, volverse insensible, indiferente, está feliz porque ahora su corazón ya no siente y aquel niño es solo un mal recuerdo, de seguro que ya estará muerto, (piensa). Es solo un mal recuerdo que es capaz de ignorar. Su vida sigue con normalidad y el país, su hogar, su gente, su pueblo también, sigue siendo todo como es: con niños en la calle, con muertos en cada esquina, con lágrimas y gritos amargos, observando e ignorando en cada oscuro rincón el mal.

Y luego de lo sucedido todo sigue igual, perfectamente normal, tristemente igual.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Otra Noche

Me entrego a ti,

Oscuridad delirante,

Espasmo radiante.

Sacio mi quietud,

Deshago mis besos

Contemplo el mar

Acaricio tu pecho,

Me roza la oscuridad.

Vago incierto

Efímera soledad,

Vivo en una canción

La noche pronto terminará

Adormezco al instinto,

Arruino la creación

Del dios incierto

Mato la inspiración

Escribo un cuento,

Rayos de color,

Ojos salvajes,

Me ataca la razón

Culmino mi viaje

La noche terminó

El día empieza

Un delirio real

Una mentira más

El suspiro de la oscuridad

Sombras en la luz

Siguen al sol

Esperando verlo morir

Y luego regrese

La reina de la oscuridad

Con su vestido celeste

Manto de maldad

Y el delirio vuelve…

Me entrego a ti

Espasmo radiante

Oscuridad delirante

Suspiro excitación

Vaga fortuna

Vuelve tu amor

Más falso que nunca

Índigo negro

Sombras de color

Toman mis manos

Aprietan mi pecho

Destruyen mis sueños

Veo oscuro

Veo radiante

Oscuridad delirante

La Noche terminará

La cama tiembla

El mal no vencerá

El diablo no existe

Mis demonios crecerán

Seré el infierno

El sufrimiento del espejo

El sol ya viene

Ya se anuncia

Y con su luz mi cordura

Ojos salvajes

Me ataca la razón

Culmino de nuevo mi viaje

Otra noche terminó.

miércoles, 17 de octubre de 2007

El Gigante

Sentado en aquel viejo cuarto en donde todas las mañanas me resguardo frente a esa montaña de papeles por trabajar, se mostraba el día con normalidad, de pronto por la ventana entra una leve ventisca acompañada de frío y de un estruendoso grito. De inmediato me asomo mientras en el reproductor de discos suena, desde hace media hora, la misma canción. A media calle, bañado en un charco de sangre, permanece inmóvil el cuerpo de un hombre, que según dice la señora de la esquina, que fue muerto solo segundos antes de que llegara. Afirma que fueron unos mareros ¿Quiénes más podrían ser? Son los únicos que matan por cualquier cosa. Intenté ver, desde la lejanía, los impactos de bala en el sujeto, pero no vi nada y tampoco se había escuchado nada. Parecía como si algo le hubiera pasado encima. Lo único que recordé fue que segundos antes escuche un retumbo. Poco después arribaron los bomberos, la gente, la policía, el M. P. Cordón amarillo, la gente murmura, vendedores, fotógrafos y reporteros preparaban una muy cotidiana noticia. El circo había comenzado y la gente permanecía expectante, perdiendo el tiempo.

Mientras tanto, opté por sentarme. Lentamente la algarabía de la calle se disipó cuando el cuerpo fue trasladado. La canción seguía y seguía. El trabajo lentamente me anestesiaba cuando observo de reojo que algo entra por la ventana. Era enorme, increíble. Al verlo incliné la silla, tanto, que termine en el suelo de espaldas observando lo que parecía ser una uña enorme. No lo podía creer, era un dedo ¡¡UN DEDO!! ¡¡¡¡UN DEDO!!!! Era grandísimo. Sin querer derribó el monitor con la uña y se retiró asustado. Segundos después, escuche una voz que retumbó en todos lados.

-¿Podés cambiar de Canción?-

Inmediatamente me postré sobre la ventana y observé un zapato que parecía tener el tamaño de un auto. Veo al cielo y el rostro del gigante tapaba el sol.

-¡¿PODES CAMBIAR DE CANCIÓN?!-

Dijo casi ordenando…

-Es que ya no quiero matar a nadie. Llevo aquí una hora y esa canción me molesta y me desquité con un hombre que pasaba. Poné otra. No quiero hacerte daño-

Confundido y atemorizado accedí sin decir nada. Sentía su presencia en la calle. Tenía miedo de salir y escapar. Me senté y pretendí seguir con el trabajo para olvidar lo sucedido, pero fue inútil. Mi compañero llegó más tarde. No quise insinuarle nada, estaba petrificado del susto. De nuevo sentí una ráfaga de viento y le pedí que cerrara la ventana, ya que no me acercaría ahí por nada del mundo.

Mi compañero comenzó a reír escandalosamente. Ya molesto le pregunto a que viene tanta risa. Y me responde…

-Mano, mejor trabajá y despertate. Aquí no hay ventanas.-

El aire del ventilador me daba en la espalda. Escuche de nuevo el mismo golpe, pero fue una puerta que se cerró con el viento. Comencé a reír y a ver para todos lados sin creer en mi locura. Al final del día concluí que el mundo no necesita drogas para fantasear. El trabajo es una fuente inagotable de alucinaciones.

lunes, 10 de septiembre de 2007

El Fin del Camino

El silencio de la noche se hace presente en la soledad de una carretera. El sonido del motor de un auto espanta la quietud. Éste pasa a gran velocidad haciendo que unos cuervos agiten sus alas en un árbol y vuelen perdiéndose en la claridad que otorga la luna llena. La hora que marca el reloj del tablero electrónico indica la media noche. William bosteza con sonoridad agitando su cabeza con fuerza para olvidar que sus párpados comienzan a rendirse. Repite constantemente una especie de rezo que lo mantiene despierto. –Vamos, arriba. Vos podés. Te falta poco, cincuenta kilómetros más y estás en tu casa. Mientras conduce, evita ver a toda costa las líneas blancas, éstas le adormecen como hipnotizándolo. Se concentra en observar detalles de su vehículo. Abre la guantera y papeles viejos salen disparados regándose en el lugar del copiloto. Se molesta. Observa un casete olvidado cerca del radio. Intenta escucharlo, pero la cinta se atora arruinando el radio y su oportunidad para olvidarse de la pesadez de sus ojos. Maldice su mala suerte, no está acostumbrado a viajar tan noche y solo de pensar que en unas horas tiene que volver le molesta aún más. Por el espejo retrovisor observa el reflejo de un movimiento. Instintivamente responde arreglando el espejo sin quitar la vista de la carretera. Regresa la vista y lo que refleja el cristal le hiela la sangre haciendo que le invada un miedo que jamás pensó sentir. En el espejo observa, sin quitar la vista, un par de ojos rojos. William, parpadea velozmente y se frota los ojos creyendo que alucinaba. Al devolver la vista contempla la silueta completa reflejada por la luz de la luna. Un sujeto de cabello largo y ojos rojos yace en la parte media del asiento trasero. El susto lo hace timonear con violencia deteniendo por completo el vehículo. Con una velocidad sorprendente se voltea colocándose de rodillas en su lugar observando el asiento vacío. Respirando rápidamente sale del vehículo sintiendo aún esa presencia. No quiere entrar. Hace tiempo dejó de creer en fantasmas, pero nunca se imagino que creería de nuevo en ese momento. Su mente se niega a responder. No puede articular ningún pensamiento claro, está confundido, no sabe que hacer, está completamente solo en esa carretera. El único medio de transporte yace frente a él. Sus manos comienzan a templar a medida que se da cuenta que no tiene otro remedio que subirse y marcharse. Toma todo el aire que le cabe en los pulmones y exhala. Con resignación entra al vehículo, se sienta, con ambas manos aprieta el volante con toda su fuerza. Arranca el auto y se marcha velozmente. Mientras conduce, en su mente sigue aquella imagen y siente una mirada horrible en la espalda, hace un esfuerzo inhumano por no caer en la tentación de ver por el retrovisor. Sus ojos se mueven con rapidez y observa el espejo. No lo puede creer, sus ojos se llenan de lágrimas, su corazón parece detenerse. Ahora es más claro. Observa con total terror a un hombre joven, muy bien vestido, con una sonrisa en el rostro. William no sabe que hacer, únicamente, con tono fuerte y la voz quebrada, le grita: -¡¡¿Quién eres?!!- ¡¡Déjame tranquilo!!- El sujeto en la parte de atrás observa que a William se le derraman unas lágrimas. Tranquilamente éste dice: -¿A que le temes? A caso ¿Soy un monstruo? – Sin bajar la velocidad William, un poco menos asustado dice: -No eres un monstruo. Eres un fantasma, eso es lo que me aterra. – ¡¡ ¿YO?!! ¡¡ ¿UN FANTASMA?!!- responde violentamente su acompañante. – Soy más que un simple y ordinario fantasma. William, perturbado olvida por completo su terror cambiándolo por la confusión. - ¿Entonces que eres? Pregunta con cierto temor. –Solo soy una presencia, responde. -No tengo nombre, pero las personas que han logrado verme me llaman el Ángel de la Muerte. William no puede creer lo que escucha. Ahora su miedo aumenta y pregunta, -¿Voy a morir? -¡Exacto! Responde el ángel con airada afirmación. –Eres parte de mi lista, (continúa) y ahora el último del día. William regresa la vista a la carretera. La resignación se lee en sus ojos, su miedo es invadido ahora por la tristeza.
-Debo de morir, expone. –No debo de cuestionar el plan de dios, de el depende que viva o que muera. -¡¡¡¡¡¿Qué has dicho!!!!!? Cuestiona el “ángel”. -¡Dios no tiene nada que ver en estos asuntos! -¿Entonces eres la Muerte? Pregunta sumamente confundido. –No, la muerte es la encargada de guiarte al otro mundo. ¡Yo! Provocaré tu muerte, ese es mi trabajo. Mi labor consiste, ahora, en que todo luzca como un accidente. ¿Estas listo? ¡¡¡¡OBSERVA!!!! Contempla tu fin.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Empiezo a recorrer instantes en los que recuerdo el aroma del bosque cuando me encontraba con la soledad, cuando desnudaba la silueta de su cuerpo. Aún tengo en mi esos vagos y míseros recuerdos, cuando tenía en mi cabeza un solo pensamiento, cuando tenía en mi corazón un solo latido, cuando tenía en mi boca la ilusión de aquel beso perdido. Solo fragmentos existen en mi memoria de su sonrisa. Veo ahora lejana la posibilidad de acercarme como lo hice en aquel tiempo. Veo lejano el sentimiento del que puedo ser poseído al verla de nuevo. Pero lo lejano tiende acercarse y de nuevo la veo y me molesto. Me enfurece sentir, delirar con su boca, soñar que acaricio su cabello. Todo su ser me llama, o ¿Será ella? Tengo en mi boca aquel deseo inevitable de sentir su lengua. Mi nariz desea con locura infame percibir su aroma como cuando me seduce el humo del incienso en mi rostro. Y como siempre, termino perdido, sin encontrar la salida de este laberinto interminable de sensaciones que lentamente corroe mi alma y mi ser. Casiopea, cambia la historia, ven y búscame. Ahí junto al sendero que lleva a la nada, ahí en donde me pierdo, ahí en donde te perderás, ahí en el oscuro rincón de este camino incierto.

jueves, 6 de septiembre de 2007

viernes, 24 de agosto de 2007

Libros y Sueños

Los libros yacen llenos de polvo ansiosos por ser leídos. La verdad es que esta frase la leí en un relato, ignoro de quien o de que se trataba, lo cierto es que en este cuarto, que se encuentra levemente iluminado por un par de veladoras, está cubierto de libros, de polvo y de tela de araña. ¿Qué hago aquí?

Es cierto, ya lo recuerdo, la mansión es grande. ¿Pero que mansión? De que hablo… Intento salir por la puerta por la que nunca entré y caigo en la sorpresa, no hay puerta. ¿Qué ocurre? ¿Qué es este lugar? En mi mente se comienzan a maquinar infinidad de posibilidades. Este cuarto, encontraré algún día la salida. Los libros me tientan, siento que si tomo uno jamás volveré a ver la luz del sol o la tenue claridad de la Luna. No… no tomaré ningún libro, puedo llegar a obsesionarme y leerlos todos y morir aquí.

¿Cuánto dura la noche? No es pregunta que yo me plantee. La portada de un libro indica ese título. ¿Cuánto dura la noche? La pasta es suave, ignoro el material. Bueno, puedo leerlo, llevo aquí demasiado tiempo. Abro el libro y la primera página dice:

“Lo que tu quieras”

Voy con la siguiente…

Cerca de caer la noche, un joven contemplando la hermosa vista que le otorga el crepúsculo, se pregunta ¿Cuánto dura la noche? Es cierto que tiene una medida, pero cuando no cierras los ojos el orto nunca llega y cuando los cierras, la noche ya no es la noche, sino un mundo más. ¿Cuánto dura un sueño? Se pregunta de nuevo, entonces para corroborarlo decidió dormir un momento. Ahí, al aire libre. Se acomoda lo mejor que puede y al cerrar los ojos presiona un botón en su reloj que inicia el cronómetro.

Uno… Dos… Tres… Cuatro…. Cinco… … … Se queda dormido, contempla un cuarto lleno de libros y después de distraerse toma uno, lee la portada y dice:

“Abre los ojos, está lloviendo”

Me pongo de pie de golpe… Estoy… ¿Dónde estoy? ¿Qué es está pasando?

De pronto siento como una ligera lluvia deja caerse. ¿?

Me niego a pensar… Tomo mi cuaderno y escribo “Soñé que estaba en un cuarto, sin recordar de donde venía, tomo un libro y me relata lo que sucede antes de despertar. ¿Cuánto dura la noche? Es improbable la respuesta”

-¿Qué haces? Pregunta un tipo detrás de mi que no sentí venir.

Escribo

-¿Qué escribes?

Que estaba soñando

Y si te digo que te puedo mostrar algo que te despertará ¿Vendrías conmigo?

Que libro tan raro, las demás hojas están en blanco. Veamos otro, a habitación tiene tantos que ya no sé ni cual tomar, sería más fácil si hubiese uno solo. Tomo uno, soplo el exceso de polvo y leo la portada “La puerta está aquí” Leo la primera página…

El joven deja de leer y ve hacia atrás y contempla la puerta, la abre y ve un espacio negro. Se tropieza y cae en ese abismo, ve como a lo lejos la luz de a puerta se hace pequeña y abre los ojos. Está en su cama…

Cierro el libro… ¿Será cierto? Estoy durmiendo… Abro mis ojos y aún veo el resplandor del cielo en pleno atardecer. Recuerdo el conteo del cronómetro. Diez segundos. Eso dura un sueño. Siento que pasaron horas. ¿Cuánto dura la noche?

Busco en mi morral un cuaderno para escribir lo sucedido y lo confundido que me encuentro… ¿Qué es eso? ¿Un libro? Ese libro nunca lo había visto, veamos el título.

“No te duermas, quizá ya nunca despiertes”

sábado, 18 de agosto de 2007

Encuentro

Veo tu espalda
acaricio tu piel
me sientes y te estremeces
volteas y no me ves
te doy un beso
que sacude tu quietud en un espasmo
y saboreas mis labios
te veo de frente
te amo, lo sabes
te conozco y a la vez no
me enredo en tu alma
y oprimes mi corazón
mi ser siente fallecer
y trascender hasta llegar
por completo a ti
te veo de frente
y tu ves mi mente
La noche se hace corta
y te alejas
y cuando intento alcanzarte
mis ojos se abren

viernes, 13 de julio de 2007

sábado, 23 de junio de 2007

Meiga

Es constante, me alimenta. Nunca había sentido estas gotas de esta manera, había sentido la lluvia, pero nunca me alimentó. Aquellas gotas lentamente sacian la sed de mi cuerpo arrancando la resequedad de mi piel. Debo decir que esta lluvia ya tiene semanas, vino con sus grandes y hermosas nubes negras fundiendo la tranquilidad en color gris haciendo que la nostalgia y los recuerdos afloren. Y mientras las gotas caen, recuerdo claramente el origen de este plácido clima. Aún siendo éste sumamente trágico, me consuela saber que ya nada perturba la paz de este hermoso bosque donde permanezco siendo parte, siempre, de la creación. Luego recorro con mi vista el mágico paisaje y la veo a ella, esa que lo inició todo, con su oscuridad, con su belleza y fealdad. Con todos los detalles que le hacen ser lo que es, una bella y monstruosa meiga. Esa tarde, aquella tarde soleada que se mantenía en armonía con el canto sublime de los pájaros hacia los árboles. Esa tarde, llena de movimientos y sucesos extraños, asoma un ser que creí era aquel que no hace mucho había marcado mi vida. Aquel ser, con sus manos llenas de bellos, largos y escalofriantes dedos finalizando con largas y filosas uñas negras. De piel pálida y rostro sumamente hermoso. Parecía levitar, sus pies estaban cubiertos por un largo vestido blanco. Transitó durante varios días por el mismo sendero, tanto que su presencia ya no molestó, ya que no vivo en el pueblo, que no muy lejos de aquí se levanta con sus pequeñas casas, su tonta gente, con sus leyes y estupideces. Ignoro lo que ellos sintieron cuando días después dos hombres que andaban en busca de alimento observaron a tan singular ser que mantenía su religiosa ronda por ese sendero. Rápidamente dieron la alarma, anunciaron que algo andaba en el bosque y que era peligroso y entre tanta algarabía de desorden que a lo lejos se escuchaba, noté la voz quebrantada de un hombre que pedía a gritos que ella se fuera o pagaría las consecuencias. Lentamente, siendo aún media mañana, el sol sucumbió ante la oscuridad de unas espesas nubes, que se movían como si tuviesen voluntad propia. “¡La bruja lo hizo!” Escuché como lo decía un hombre, con tono valiente y torpe. En efecto, tenía toda la razón, tanto que nadie le creyó. Él solo con varios miembros de su familia se acercaron fuertemente armados para deshacerse de aquello que les molestaba. Tres hombres y una mujer fueron masacrados ese día. Ese día descubrí cual es su alimento. Omito detalles, ya que solo el recordar los rostros de esas personas aún con vida, mientras ella hacía con ellos lo que le dio la gana. Como testigo, pensaba, que hubiera podido hacer conmigo, podía hacer lo que quisiera, pero no lo hizo, aún cuando pertenezco a la misma raza, de donde viene su alimento, pero con distinta forma. Desde ese momento temía que me viera, que leyera mis pensamientos y descubriera todo lo que soy y el porqué de esta maldición. Pero no lo hizo y sigue sin hacerlo. Únicamente camina por el bosque como si se tratase de su palacio. Ahora el bosque y todo a su alrededor, incluyendo el pueblo, permanece en paz, en silencio. Ya que días después, se acercaron otros idiotas, y no solo unos, todos. Tomaron la iniciativa al descubrir que sus amigos no regresaron; pensaron en lo peor, pero no en lo macabro. Con palas, hachas, antorchas, cruces, rezos y cuanta cosa pudieran sostener. Intentaron vengar la muerte de sus semejantes. Ni siquiera los inocentes, que permanecían escondidos en los rincones de sus hogares, aún cuando éstos carecían de repudio contra la meiga. Ni si quiera ellos se salvaron, pues fueron para ella insignificantes los sentimientos, pues todos sintieron el filo de esas largas uñas. Llovía y la gente se acercaba. Añorando mis viejas piernas estaba, para no presenciar el acto que seguía a lo inevitable. Cerré mis ojos y mis oídos fueron testigos de todo. Fue peor que haberlo visto, porque al escucharlo, lo sentí. Después hubo silencio, pero el cielo continuó con su llanto, ahí me percaté de su mirada, estaba viéndome, y sus ojos vieron los míos. Luego se dio la vuelta y se fue con su vestido teñido de rojo.
Desde entonces el sol sigue ausente y tanta agua ha comenzado a inundar el bosque. Creo que me ahogaré, pues no puedo moverme. Creo que esta maldición será mi tumba. No fue hace mucho tiempo cuando era libre y conocí a una meiga. Ignoro cuantas existirán, pues eran idénticas, estoy empezando a sospechar que era la misma, tienen un extraño placer en hacer daño, pero estoy consciente que lo hacen cuando se les provoca. Podría continuar y recordar lo que fue el inicio de mi desgracia. Pero no hay más que decir, soy un ser humano, o por lo menos lo fui, y eso basta para ser odiado por todo lo demás.
Parece que se ha marchado, no ha dado las rondas habituales, la lluvia y el nivel del agua descienden poco a poco. El Sol con pálidos rayos anuncia el fin de tanta oscuridad y todo vuelve, supongo, a la normalidad. Aún no sé si regresará, o si me encontraré con la otra. Si, esos monstruos con apariencia femenina y rasgos demoníacos, han marcado mi vida. Ésta que acaba de marcharse, me maldijo con su cruel y brutal odio. Y la otra me marcó para siempre con una raíz.

sábado, 9 de junio de 2007

Relatos Apocalípticos - (Cuento Segundo) Real

Es domingo, todo está tranquilo. La ciudad ha cambiado, se siente diferente, ahora cada quien posee su propia mirada, como esperando algo. Una vez me imaginé anciano y que contaba a mis nietos historias magnificas y tuve una extraña visión. Vi como el mundo pereció como consecuencia del impacto de un asteroide, era solo una visión, algo como un sueño. Pensé en relatarla a mis nietos, pero no podría contar una historia en donde los primeros en perecer son ellos. Luego volví a este presente y desde entonces vengo viendo, desde hace tiempo, el cielo como esperando que algo caiga. Ahora veo que las personas tienen esa mirada extraña que yo tenía y eso me tiene un tanto nervioso. ¿Será posible que la humanidad presienta su destrucción? No lo sé, habrá que esperar para ver que sucede.
Mis pasos me llevan hacia ningún lado. Doy vuelta en las calles de esta ciudad haciendo que se evaporen los minutos. Dos amigos aparecen, conversamos por un rato, discutimos asuntos sobre la realidad que se vive y lo extraño que está el ambiente. No tuve que repetir la pregunta, ellos lo sienten tanto como yo. Luego de un rato, caminamos haciendo lo que hace rato hacía, hacer que el tiempo vaya más rápido para ver que sucede, igual si no pasa nada, mejor, pero parece que la emoción de todo esto es esperar algo, lo que sea. Esperamos a que la noche cayera con su reluciente manto para abrigarnos en este día, que, a pesar de ser hermoso; con su luz resplandeciente, de plácido aire, tenía debajo de esa muy creíble máscara una sensación grisácea y oscura.
Cuando ningún pensamiento abordó en la mente, cuando el silencio fue roto, cuando las miradas fueron vivas otra vez y justo antes de que el día muriera, una niña grita con estrépito destruyéndolo todo, como cuando alguien arroja una piedra a una gran ventana. Todos, absolutamente todos con la mirada estupefacta vimos el dedo de la única persona que miraba el cielo. Como autómatas seguimos la dirección a donde señala y la locura fue inevitable. Mis ojos ven sin creer la realidad de mi visión, un asteroide, ¡UN ASTEROIDE! Se dirige justo hacia nosotros. Esta vez no estoy viejo, no tengo nietos, no hay historias de medianoche, no hay cuentos; esta vez es real, tan real que siento como el calor aumenta hasta sofocarme. La gente corre, grita, se estremece, claman al cielo, pero en estos momentos cualquier movimiento es vano, estúpido, nada vale la pena ahora, todo cuanto se conoce será destruido. La bola de fuego se hace inmensa y pasa por encima de la ciudad y choca lejos en un valle. Las olas de fuego, piedra y escombros consumen el suelo a una velocidad impresionante. Veo la puerta de una casa abandonada, me decido por refugiarme cuando sentí un calor tan intenso que me dio frío, el miedo se disipó cuando vi como mi cuerpo se desintegraba velozmente y cuando el fuego cegó mi vista…
Todo…
Fue amarillo…


Historia Original:
Elliott Joao

Escrito por:
AxS

domingo, 3 de junio de 2007

lunes, 14 de mayo de 2007

Relatos Apocalípticos - Murcia (Cuento Primero)

El viento ha cambiado, las delicias del mismo se volvieron lamentos, las flechas de luz del astro sol se torcieron y menguaron, se extinguieron. El azul cielo en todo su magnifico y mágico esplendor ya no se encuentra, en su lugar las nubes opacan la luz y la belleza ofuscando los días y volviéndolos oscuros. Asecha un mal en el aire que no descansa, los vientos traen consigo noticias venideras de un final inesperado, las caricias del viento en los árboles hace que de los mismos brote una melodía triste que hacen un perfecto desastre de lo acostumbrado. Las noticias vuelan, las palabras extrañas asechan asediando la mente y el corazón. Murcia, Murcia…¡Venid hoy a la gran eucaristía, la gran misa de Murcia! El silencio merma en alguna parte de las mentes de las personas que confusas olvidan lo oscuros que se han vuelto los días desde que meses antes se ha estado anunciando una “Eucaristía” en donde se dará a conocer el por que de tan peculiar y extraño nombre. La mayoría sabe que Murcia es una reconocida ciudad de España. ¿ Que tiene que ver con esta gente tal palabra? ¿tendrá algún significado adicional aparte del que ya se conoce?
Un muchacho pregunta en la calle buscando respuestas a su escepticismo, ya que las misas no le han venido muy bien, y piensa no asistir a tal evento pronosticado para dentro e un par de horas.
Camina por las calles agujereadas por el maltrato de los vehículos de este pequeño y grande pueblo. Las miradas se cruzan con las de él y parece que estuvieran bajo el mando de una fuerza ajena a su propia voluntad, seres con esclavitud transitan si saber que lo están, los ojos de éstos perdidos en un mar de confusiones al igual que los de este joven que al ver tal escena se cuestiona: ¿Qué sucede?
Llega al parque central y descansa en una banca para ordenar sus ideas al lado de los frondosos árboles, pero las respuestas no llegan, tal parece, se dice a si mismo, que éstas vendrán al caer la noche, que parece que quiere nacer antes de tiempo, además, se sigue cuestionando, no esta oscuro como cuando el cielo esta a punto de romper a llorar, ni tampoco como cuando renace el alba, ni mucho menos cuando perece el crepúsculo, esta oscuridad es extraña, nunca antes vista, menos vivida.
El autobús llega frente a él haciéndole regresar de su mar de conjeturas y decide ir a su casa esperando recibir algún tipo de respuesta que haga descansar a su curiosidad.
Al llegar se percata de que la confusión se ha cobijado cómodamente en los recintos de su hogar, su familia con la misma mirada con la que se encuentra todo el pueblo.
-Hijo prepárate, ya es hora, solo faltan veinte minutos y la misa inicia, date prisa-
¿Qué te hace pensar que iré?
Responde el joven con hartura, a lo que su padre le dice:
-Iras y punto, no se discuta más el tema.
Pues entonces, lárguense, pues intento averiguar por mis medios que diablos ocurre, ¿Qué acaso no se han dado cuenta de lo oscuros que han vuelto los días? Todo esto lo genera esa Tal misa, no vayan por favor, tengo un mal presentimiento de lo que acontecerá en los minutos venideros, por favor deténganse o lárguense.
-Pues bien entonces, no se hable más, nos vamos-
La familia entera abandona la seguridad y el calor de su hogar y con paso firme se dirigen hasta la iglesia que se encuentra frente al parque central.
El silencio trastorna el recinto, la electricidad no funciona y ha dejado a la intemperie a este joven que ha comenzado a dudar si se va o si se queda, la oscuridad con el tiempo se vuelve más densa afectando el pensamiento del muchacho. Sentado en el sofá y perdido en los rincones de su pensamiento ve algo que le hiela la sangre, ve correr frente a él a una niña de vestido blanco, su andar es tan veloz que apenas y le ve al reaccionar. Se frota los ojos pensando en que la cordura sucumbe con lentitud. Abre sus ojos y frente a él la niña de ojos rojos se le acerca, el joven no tiene más remedio que enfrentarla y con una voz que no es de este mundo la niña recita un poema, baila y canta frente a él, el joven se asombra y teme por sus seguridad.

Murcia se aproxima
La espesa neblina
El oscuro cantar
El delirio y la ira
Fundiéndose con la oscuridad

Murcia se aproxima
Con delicias y muertes
Dulce anochecer
Negrura en tu ser

Murcia se aproxima
Inquietante ironía
Palabra oscura
En Santa eucaristía

Murcia se aproxima
Con sollozos y gritos
Con sandeces mermadas
Suicidio en masa
Muertes en cada casa

Murcia detalle tenebroso
Se aproxima en tu mente
Y en todo su gozo.

Murcia se acerca
A grandes zancadas
Estrepitosas y latentes
Pesadillas en tu alma

Murcia se aproxima
Incierta y traicionera
Maldad pura en noche tan bella

Murcia se aproxima
Murcia se acerca
Ya casi llega
Se escuchará el lamento
Humanidad se acerca tu tormento

Murcia se aproxima
En una espesa neblina
Una palabra oscura
En Santa Eucaristía

Y ésta al concluir con su alegoría le pregunta con voz retorcida y demoníaca ¿Por que no fuiste?
Y el joven toma fuerza dentro de su alma y le grita: Por que no se me dio la gana maldito engendro.
-Admiro tu estúpida valentía pero ya de nada te servirá-
¿A que te refieres?
-Muy pronto lo sabrás- y llenándose la boca de frases desconocidas, de retorcidas oraciones la niña desaparece dejando un ola de pensamientos que asedian al corazón y a la razón y de pronto las campanas de la iglesia anuncian las seis de la tarde.

¡¡¡Si!!!, ¡¡¡Si!!!

¡Ya viene! ¡Ya se acerca!
Se escucha al finalizar el campaneo, es la voz del sacerdote por el altavoz, que rompe el silencio y desgarra el sentido.

¡¡¡¡Contemplen!!!!
¡¡¡¡La Majestuosidad de Murcia!!!!

El joven da trastumbos en la oscuridad e intenta llegar hasta la parte superior de su casa, llegando hasta una ventana en donde se observa en la lejanía parte de la iglesia.
Los gritos de emoción de la gente se transforman en lamentos, gritos de dolor, voces mounstrosas acaparan el sonar y se oyen golpes, y una luz que emana misteriosamente del suelo justo sobre la gente, la luz se eleva hasta el cielo abriendo una brecha entre las nubes y de un momento a otro la luz se apaga llevándose los gritos consigo.
De pronto de la oscuridad de la iglesia se ven miles de seres alados que brotan del suelo volando hacia el cielo en un baile sádico que hiela la sangre y hace pegar de gritos a una persona que se encuentra en la calle y al percatarse muchas mas personas que no fueron a tal misa fueron agobiadas por la curiosidad y salieron a ver.
Los seres alados, vuelan dando círculos y se precipitan sobre los incrédulos espectadores que no hacen mas que temer por sus vidas, un ser de estos ataca al que se encontraba en la calle, la forma de este, con aspecto demoníaco por parte del rostro con orejas grandes y dientes puntiagudos, garras enormes en manos y pies y alas gigantescas en forma de murciélago y una cola larga y puntiaguda.
Esta especie de espectros vuela sobre el joven como para cazarlo, un se abalanza sobre él, pero este volviendo a tiempo del trance que le provoco el detalle incierto del demonio que yace en el suelo alimentándose de su victima, se da cuenta y le esquiva, el ser alado golpea en el suelo de la terraza y el muchacho corre e intenta ocultarse dentro de su casa, pero al querer ingresar a la sala, ve la niña y de esta brotan un par de alas que se precipitan velozmente frente al Joven, el golpe fue tan violento que lo lanza varios metros hacia atrás golpeándose fuertemente con la pared.
Éste yace al borde de la inconciencia y de reojo ve como su cazador se acerca con lentitud hasta llegar a él y levantándole le dice:
-Te lo dije, ya no hay nada que valga o que sirva-
Este es su inevitable fin…

El aire resopla con intensidad, la triste melodía de los árboles resuena con singular notoriedad, la oscuridad se vuelve cada vez más densa y despertando del trance el joven ve con alivio a su alrededor que todo fue un sueño, una visión que ocurrió mientras su mente vagaba por los rincones de su propia cabeza.
La soledad y el silencio en la plaza del parque se hicieron más presentes, el aire se vuelve cada vez más frió y resopla en el lugar y se coloca la mano en la cabeza y siente un fuerte golpe, y regresa su mano y la ve teñida de rojo, ¡Sangre! Vuelve su mirada hacia a la iglesia y ve a las miles de personas reunidas frente a la iglesia y cae de bruces y al sostenerse únicamente con las rodillas contempla asombrado que es participe de la eucaristía y ve frente a él a una niña que le dice:
-Te lo dije, ya no hay nada que puedas evitar-
Una vida por otra, piensa. Es la esencia de la oscuridad y la muerte.
Y la niña canta de nuevo:

Murcia se aproxima
Ya casi llega
Por poco te atrapa
Y si lo hace ya nunca te escapas

Murcia delirios y locura en su vivir
Humanidad este es tu inevitable fin…

lunes, 19 de marzo de 2007

La Sombra (Segunda Parte)

Despierta viendo las estrellas en el fulgor de la noche, siente un fuerte dolor de cabeza.

Y regresa a la “realidad”, ve hacía atrás, la casa de campaña. Todo parece extraño, como si no existiera. Ankar se pone de pie intentando no caer, camina pero no avanza.

¿Qué sucede? Se pregunta muy angustiado.

El dolor de cabeza se intensifica y cae, siente que ya no puede moverse, y en su mente los recuerdos de algo que sucedió, en un mundo abstracto creado por Dios, en un lugar remoto y apartado.

¿Fue o no fue? Pero si lo sentí a flor de piel, se dice mientras su cabeza se encuentra dando miles de vueltas.

De nuevo su mirara se comienza a opacar y se pone cada vez más oscuro, pero Ankar lucha para no desfallecer y en su lucha puede observar que el desierto comienza moverse como si este fuera el mar. Las dunas se mueven rápidamente y entre cada movimiento se ven las ruinas de lo que parecía ser un reino. Ankar observa detenidamente. Alguien quiere decirle algo.

La luna se mueve rápidamente hasta caer en el horizonte. El Sol brota en un veloz amanecer y se mueve hasta colocarse en medio, pero este camina al revés. Este brota del lado en el que anochece y se dirige con velocidad hacia atrás como retrocediendo el día. Las dunas se mueven con velocidad y del suelo comienza a brotar una especie de pirámide que obliga a Ankar a mover hacía atrás. El suelo retumba, la luna se coloca y sol la espanta todo parece un sueño, un truco del subconsciente.

La pirámide termina de salir y la Luna se coloca justo en medio de la noche y todo se detiene, Ankar es derribado por el dolor y poco a poco el dolor se desvanece y mientras lo hace, recuerda el instante en el que días atrás se colocó justo en el lugar escapándose de la ciudad para tener un rato a solas con los fantasmas del Antiguo Egipto.

Ankar se pone de pie muy agitado. Recuerda exactamente todo, hace horas que llegó a Egipto, no sabe si su mente le jugo una mala pasada envolviéndole en un extraños sueño, o si todo lo que sintió fue en realidad.

Tiene aun en su piel la sensación de no poder sentir, ya que el truco de la oscuridad era el, y siente en su corazón el latir por esa dama que la mirada le robó.

Confundido decide regresar a la civilización, a la ciudad.

El desierto con su abrasante calor sofoca los pensamientos de los miembros de la Caravana que se dirige en la búsqueda la ciudad Perdida del Desierto. No llevaban ni dos días cuando Ankar da la orden de acampar. Transcurre la noche y en su mente un leve recuerdo familiar. Amanece y la excavación inicia.

Pocas horas después, el Reino del Desierto, La ciudad del Oasis es descubierta por quince hombres.

Regresan victoriosos a beber un poco a la ciudad presumiendo de su hallazgo.

Mientras Ankar se encuentra en silencio, no ha dicho ni una sola palabra desde que descubrieron la ciudad.

Decide dar un paseo dejando a sus compañeros celebrando con una merecida recompensa: unas cervezas bien frías.

En su mente, la voz de su dama. En su corazón la sensación de paz que nunca pensó acariciar. En su alma la presencia eterna de esta mujer.

Se dirige nuevamente hacia las pirámides a buscar algún tipo de respuesta. Va con la esperanza de que caiga y nuevamente viaje hacía ese tiempo antes de que todo se destruyese. Ankar siente una necesidad inmensa de verle nuevamente antes de que el recuerdo se esfume para darles lugar a otros.

Llega a las pirámides después de una larga caminata, después de estar meditando y pensando en que será de él cuando abandone este país en donde por medio de un sueño descubrió a quien es el amor de su vida.

Ankar se detiene al ver a una mujer sola contemplado la gigantesca obra de arte.

Llega justo hasta donde ella se encuentra, siente una presencia familiar.

-Hola. Dice Ankar algo nervioso.

-Hola, le responde sin voltear a verle.

¿Te conozco? Le pregunta Ankar.

Y ella voltea…

Ankar siente que la piel se le crispa, su corazón late con rapidez, siente que un vacío que pensó que nunca se llenaría se llenó al instante con solo una mirada. Estaba ahí frente a él, en ese lugar su Hermosa Princesa.

Esa pregunta la debería hacer Yo ¿No lo crees?

Le dijo ella con una sonrisa en el rostro

¿Cómo puede ser esto posible?

Si todo fue un sueño…

Dijo Ankar.

No te acuerdas de todas las sensaciones que tuvimos antes de que ocurriera todo.

Todo lo que me dijiste.

¿No lo Recuerdas?

Me liberaste, los dos vimos negro, y de pronto todo fue hermoso, nuestro abrazo.

La mente de Ankar da vueltas sin saber que pensar, la cordura se esta volviendo loca.

¿No recuerdas la sensación de las nubes, ese susurro del aire en la piel al volar por el desierto?

Le pregunta la princesa un poco desilusionada.

Ankar le dice un poco desconcertado: Eso me lo perdí…

¡Ah! Es cierto…

Eso no ha pasado aun…

La Sombra (Primera Parte)

La oscuridad de la noche invade el desierto del Sahara. La luna puntual ya se encuentra en su punto más alto. El calor del desierto se disipa y abre paso a un suave frío que se cuela por los resquicios de las Pirámides de Giza. Un joven turista se aventura un poco más para contemplar la belleza de ese mágico lugar y soñar despierto. Dándose cuenta ya tarde que la noche invadió por completo su camino de retorno, sintió dentro de si una extraña inseguridad y esta abrió paso a una misteriosa paz. De pronto ve algo que se escurre por un agujero de la Pirámide, una silueta que parece moverse justo desde la parte de en medio de tan majestuosa obra. Una sombra brota del agujero descendiendo muy lentamente hasta llegar al suelo, continuando su camino se desliza por la arena como un líquido negro y extraño.

Ésta se yergue colocándose frente a él. Los latidos de su corazón galopan con mucha rapidez. Sus músculos se endurecen y se queda petrificado como una estatua al ver que se aproxima cada vez más frente a sus ojos. De pronto con un movimiento fuerte y veloz ésta toca su frente y se introduce lentamente. Los ojos del Turista se vuelven locos sin saber que hacer, parecen los únicos que están conscientes, con vida propia. La mirada del Joven intenta mantener fuerza para no desfallecer, pero es demasiado tarde, pues ésta se ha introducido casi toda, parece flotar. Con mucha lentitud concluye su ingreso en la cabeza del joven. Éste queda tambaleando un rato, y de un momento a otro todo se vuelve negro frente a sus ojos…

En la penumbra el príncipe canta, arrullado por el misterioso y lúgubre lumbre de la Luna. Canta y su doncella le escucha a través del balcón. Su alcoba llena de tesoros, su cama como la una reina con cuatro columnas que brotan del techo, sabanas de seda fina. Un par de escalones hacen que la cama parezca una pequeña pirámide con un tesoro en la cima. La princesa se levanta al escuchar la potente voz de su tenor, a toda prisa se dirige como si fuera una niña corriendo para recibir un obsequio. Llega a la puerta de vidrio, le abre suavemente, sale al balcón y contempla a su príncipe cantando a capella. Ésta se regocija y le coquetea mientras el príncipe concentrado en su canto entona que es la más bella.

Una sombra se mueve por el patio en donde se encuentra el príncipe cantando, esta intenta pasar desapercibida mientras se oculta en el sito más oscuro. La princesa siente una misteriosa mirada que le observa. Mientras su amado canta puede ver en la oscuridad una silueta en forma de hombre que le llena de horror. El cantor interrumpe su canción al ver a su amada distraída, viendo la nada. Éste intenta vislumbrar lo que su amada con tanto temor observa. Y le ve, siente temor por un ataque, desenfunda su espada y grita:

¡Sal de Ahí cobarde!

¿Qué es lo que observas?

¿Qué es lo que quieres?

Sal y pelea con honor…

La sombra parece no responder, el príncipe titubea e intenta asechar a su contrincante que parece un truco de la oscuridad. Sale a la luz y descubre un hombre con la mirada extraña con una capa negra y larga, observa los ojos de la princesa y de un instante a otro se disuelve como una pequeña tormenta de arena que el aire se lleva.

Los dos se quedan mudos por un rato, el príncipe decide partir, pero sin antes avisar a los guardias del castillo que custodien el balcón de su amada para que nada ni nadie pueda entrar.

Ya bien entrada la noche la Luna decide dormir un rato dejando todo bajo una capa de tinieblas. La oscuridad de la noche se apodera del Sueño de la princesa, y una sombra misteriosa juguetea con lo que queda de luz en su alcoba.

La bella dama abre los ojos y siente la presencia de algo que vio no hace mucho, pero deja que se vuelvan conjeturas de la noche y se engaña diciendo que son trucos de la mente y la oscuridad. La sombra se mueve suavemente por toda la alcoba, espiando cada rincón, se acerca sigilosamente, sube los escalones. La princesa sumida a la profundidad de sus sueños no advierte la presencia extraña que emana de ese ser de la mirada loca.

Se acerca despacio al punto de rozar su piel con su aliento y suspira, la piel blanca y fina de la Princesa se estremece dando un espasmo de inseguridad como cuando se tienen pesadillas.

La sombra se acerca a su rostro y con un susurro tierno y sublime le dice al oído:

-Eres Hermosa mi Dulcinea, mi princesa, no temas no os haré daño, ya que mi sentir es tan profundo que solo me puedo limitar a contemplaros, no se me permite acariciar tu hermoso cuerpo, ya que si lo hago perezco, soy solamente una sensación que no existe, una especie de bruma que vaga de un lado a otro, soy una Sombra.-

Concluyendo su breve susurro, la luna despierta regresando la claridad a su lugar y la sombra se disipa volviéndose únicamente un suspiro asesinado por la luz.

La princesa abre sus ojos después de un profundo sueño y en su cabeza resuena aquella frase misteriosa que le hizo sentirse insegura y a la vez protegida. “Eres Hermosa mi Dulcinea, Mi princesa”.

Cierra sus ojos y deja que su cuerpo duerma un rato para que su mente despierte y así regresar al maravilloso mundo que por las noches hemos de visitar.

El desierto del Sahara se mantiene inmortal escondiendo secretos de historias que ocurrieron en tiempos anteriores a los nuestros. Pasos de gigantes borrados por las olas del desierto. La noche muere y el día renace.

Toda la inmensidad desierto absorbe algunos pensamientos que nacieron para reflexionar y murieron para realizar, algunos que permanecieron encerrados en el olvido de la mente para poder despertar y vivir en esa soledad eterna. El sonido de un místico silencio es interrumpido por un extraño sonido, uno que revela vida en tierra árida. Sobre una duna en la víspera de la hora sin sombra una caravana se abre paso entre el abrasante calor.

Los camellos con paso lento y seguro caminan haciendo mover los trastos que sus ocupantes traen consigo.

Un pluma y un cuaderno, su único acompañante. Un joven escribe en su cuaderno una especie de bitácora de viaje, en él narra los sucesos que acontecieron cuando arribaron al Cairo, en donde se posan las monumentales pirámides de Giza.

Hey chico, que escribes, dijo uno de los miembros de la caravana.

¿Que estuviste al borde de la muerte y te salvaste?

Ja, ja, ja

Rompe a reír con otro de los acompañantes,

Mientras el joven con una mirada llena de ira les observa.

Callan y ya no molestan al ver que su broma no causaba gracia.

El joven recuerda el día en el que sintió un extraño dolor de cabeza que casi le arranca la vida.

El Joven se llama Ankar y lleva años viajando por el mundo, lugares precisos como Stonehenge, Machu Pichu, Las Líneas de Nazca, la Isla de las Bermudas, Copan, Los Andes. Este joven por mas que suene increíble no posee ni un centavo, pero ha organizado expediciones sin ser el un conocedor de lugares, se ha basado en sueños que experimenta a flor de piel, sueños tan reales que han dado en el punto de lugares fantásticos que solamente el ha podido ver, los que van en las expediciones encuentran otros tesoros y esa es su paga, pero para Ankar, descubrir que sus sueños son reales vale más que la piedra más brillante en la faz de la Tierra.

La teoría de Ankar, en medio del Desierto hay un oasis gigante, tan gigante que alberga un reino, en el se puede encontrar toda clase de tesoros, según Ankar talvez el oasis siga intacto y talvez se descubra un civilización antigua, un reino olvidado por el tiempo.

La soledad del desierto cubre de amor todo el pecho de Ankar, ya que la soledad le llena de nostalgia, recuerdos efímeros de lo que fue un amor que soñó.

Las dunas parecen eternas mientras la arena se pierde en el horizonte, esta por anochecer y la caravana se detiene en un lugar poco usual en el desierto. Una palmera en medio de la nada, con cocos frescos, la arena de ese lugar es densa lo suficiente como para sostenerlos durante la noche. El silencio cada vez se hace más profundo conforme se adentra la noche. El crepúsculo en el desierto es hermoso, no hay nada más que nada, una soledad inmensa es la que se apodera de todos y de todo. Cada rincón del desierto es embellecido por la tan majestuosa muerte del día

El sueño de Ankar es interrumpido por una pesadilla y despierta con la respiración agitada.

La oscuridad es tan densa dentro de la casa de campaña, pero al salir se percata de que el cielo es tan hermoso cuando no hay luz. Un inmenso océano de estrellas se ve en el firmamento.

Y de pronto todo su asombro se vuelve terror, una sombra camina desde lejos y se acerca velozmente, parece levitar. La cabeza de Ankar padece de un fuerte dolor que le obliga desmayarse. Ankar pone resistencia y cae de rodillas.

La sombra se acerca cada vez más, y mientras esta venía los recuerdos afloran, las Pirámides, la sombra, el dolor de cabeza, las alucinaciones, el viaje, la princesa, su capa, el príncipe, el Castillo.

Ankar se logra poner de pie, muy débil se enfrentar a la sombra sin saber que esperar.

La sombra se pone frente a él, es la silueta negra de un ser humano. Descubre sus ojos, negros como la noche, pero no tenían maldad dentro de si.

Y de un movimiento veloz, introduce con fuerza su mano en la frente de Ankar haciéndole gritar, siente caer al suelo velozmente y al caer su mirar se torna negro…

El día con su grata belleza entra por su ventana haciéndole despertar de aquel delicioso descanso. Mientras intenta levantarse de su cama recuerda que algo sucedió en la noche.

Algo domina sus pensamientos, lo recuerda todo como algo extraño y bizarro, decide dejarlo todo como si un sueño hubiera nacido y al amanecer a éste le tocara partir. Y así lo hace, el supuesto sueño perece al sentir una presencia que llama a su puerta.

LA Princesa se levanta de la Cama y abre, su padre le da los buenos días.

El rey se marcha más preocupado que contento, algo perturba sus pensamientos, éste sigue su camino por todo el corredor mientras se dice a si mismo:

-Mi niña, mi hermosa niña, no quisiera que le ocurriera nada pero a estas alturas ya todo es inevitable. Una noche más y todo este reino se volverá arena-

El día transcurre con lentitud mientras el Rey angustiado espera la venida de la noche, pasa todo el día hablando con su hija, como si fuera el fin del mundo.

La princesa se despide y decide dar un pequeño paseo, el rey se encuentra ahora solo en su alcoba, busca un copón, saca debajo de su cama una vieja botella de vino y una pipa de Opio, toma unos sorbos, enciende su pipa y comienza a aspirar el humo y de pronto entra en una especie de relajación y se olvida de todo.

LA princesa se encuentra dando una pequeña caminata por el diminuto reino (La ciudad del desierto) Unos visitantes arriban cansados y sedientos mientras el sol juguetea con la noche dándole vida al ocaso.

La noche termina posándose con su vestido negro. Mientras en la oscuridad nuevamente parece que una sombra se esconde de la luz. La princesa se encuentra en el centro del reino, en el oasis, sentada en la orilla al lado de una palmera.

Percibe detrás de sí que alguien le observa, siente una presencia extrañamente familiar. Voltea, solo ve oscuridad en la lejanía, y se da cuenta de lo que siente al ver a la silueta de un hombre brotando de la oscuridad. La silueta se veía perfectamente delineada en la no muy densa oscuridad. Pero al salir de ella la silueta se vuelve la sombra de nadie reflejándose en el suelo y desvaneciéndose al mismo tiempo.

La Princesa siente dentro de si una extraña paz. Se sienta nuevamente y esta vez se recuesta en una palmera.

Una sombra desciende desde lo más alto de esa palmera rodeándola hasta llegar a ella. Y con un leve susurro que la princesa reconoce ésta le dice:

-Como anhelo el instante en el que no sea un suspiro de la noche, para así poder abrazarte y protegerte de la falsedad de tu príncipe, y de la cobardía de tu padre. Como deseo tocarte, sentirte, ya que de esta forma no puedo, quisiera estar en persona frente a ti y no ser esta efímera sensación de la oscuridad. –

Muéstrate, dijo la Princesa.

LA Sombra se colocó frente a ella en forma de silueta de un hombre, toda la sombra era de color negro. Sube la cabeza y solamente le puede ver los ojos.

La princesa se estremece y siente un gran vuelco en su interior, su vacío se llena, y todo lo demás ya no importa, solamente esa mirada que le roba el corazón.

La Sombra dice:

-No soy de este tiempo, este lugar, no se si existe, o si tu eres un sueño. Lo cierto es que en mi interior crece un fuego que esta quemando mi corazón, ¿Será acaso amor lo que siento por ti? ¿Aquel amor que juré un día no ver por temer no recorrer el mundo?

Pero tuve que recorrer a través de él para poder encontrarte en este desierto, y sin querer me encuentro en un lugar que se que no es de este tiempo.

Mi princesa, eres la mujer más bella que mis ojos han podido apreciar. No te dejes engañar por ese tonto de tu príncipe. Después de que el se fue escuché burlarse de lo que tu sientes por él, el quiere apoderarse del Reino, yo quiero apoderarme de tu corazón para que lata por mi y tu del mío porque desde que te vi, lo hace por ti.-

La princesa se queda muda sin saber que decir o sentir…

Cuando advierte una sensación de inseguridad, la misma que sintió cuando charló por ultima vez con su padre.

El suelo parece retumbar desde sus profundidades, de pronto se vuelve un gran y estrepitoso terremoto que sacude toda la ciudad ya bien entrada la noche.

Y mientras todo ocurría la princesa piensa algo, Mi padre lo sabía…

La sombra no parece moverse, flota.

Y ve a su amada ser presa del miedo.

Los edificios se derrumban, la gente grita, las nubes descubren a la luna y con esta su luz, pero su luz descubre el mortífero origen del sismo.

Desde la lejanía se acerca a una velocidad impresionante un gran tsunami amarillo, una Tormenta de Arena, la más grande que el desierto nunca antes había visto. Y ahora se encuentran en el camino de una inevitable destrucción.

La sombra viola las leyes y abraza a su princesa en medio de tal tempestad que les impide abrir los ojos. La mezcla del miedo y el amor se hace visible en los ojos de los dos.

El rey solloza en su alcoba mientras corta su tristeza con una carcajada pretendiendo que nada le importa, poco dura su alegría, la tormenta destruye el castillo.

Esta avanza destruyendo todo a su paso, la princesa se aferra a la sombra y ésta llora de impotencia. De pronto todo se vuelve negro frente a sus ojos.

Continúa...

Complot (Segunda Parte)

-“Noticia de Última Hora”-

-“Parece que éste día no acaba con sorpresas. Hoy en la mañana encontrados los cuerpos de dos oficiales torturados y ahora por la noche, el sonido de una fuerte explosión despertó a media ciudad, provocando incertidumbre por parte de la población. Y para sorpresa de todos, la Casa, supuestamente, Presidencial, fue destruida por dicha bomba. Aún no se ha confirmado si el presidente se encontraba o no dentro, pero los mantendremos informados al respecto… -“

Hace una pausa apretando el auricular a su oído

“-Señoras y señores que siguen nuestra transmisión, tenemos que informar una grave noticia. Acaban de comprobar que el Presidente se hallaba dentro. El presidente de Guatemala ha sido asesinado. Nuestras condolencias para…”.

Andrés apaga el televisor.

-Bueno, dice, ¿Quién me tiene información acerca de la otra parte del plan?-

Mario se pone de pie y dice: -Todos los partidos políticos existentes han sido amenazados, salvo uno, el partido “Nueva ERA”. Solo ellos tienen permitido participar para la nueva presidencia. Andrés, déjame preguntarte algo ¿Para que las amenazas, cualquier otro puede tomar su cargo? No lo comprendo.

-Verás amigo mío, éste Presidente, quien me imagino se encuentra en pedazos, tenía una característica peculiar: No compartía el poder. Si podrás recordar, no presentó vicepresidente a la hora de colocar su gabinete. Y déjame informarte que no tenía gabinete. La presidencia por increíble que parezca, la manejaba el solo. Esa fue nuestra ventaja y su debilidad, ahora se tendrá que votar de nuevo, pero ningún partido puede participar, y es ahí donde los quiero atentos, si ustedes por algún medio, se llegan a enterar de la participación de cualquiera que no sea el que elegimos, aniquilen a su representante si piedad. Bueno, caballeros, aquí quedamos, ahora solo nos queda esperar. Dentro de poco nos reuniremos nuevamente en éste mismo lugar, yo les haré saber cómo, hasta entonces nos vemos.-

Andrés, quien estaba más próximo a la puerta, fue el primero en abandonar el lugar. Al momento le imitaron sin despedirse tomando cada quien caminos distintos para descansar un poco. El día cero concluye.

Dos semanas después, el nuevo presidente de Guatemala ha sido elegido.

El noticiero anuncia: “-Ahora tenemos las primeras palabras como presidente de la nación al señor Ángel Justiniano, escuchémosle: “¿Quieren saber cual es el resultado de ésta elección? No más hambre, no más injusticia, no más abusos por parte de la autoridad. La paz, pura y verdadera vendrá en el tiempo próximo y yo me voy a hacer responsable a partir de hoy de finalizar la guerra. Las pandillas se extinguieron, los toques de queda también. Ya no hay razones para temer. Guatemala es nuestra otra vez”-

Satisfecho Andrés, sonríe. Apaga el televisor y sale un momento para tomar aire fresco. Como es de costumbre en todos los días, avisa en su casa que dará un paseo en su bicicleta y que regresará en un par de horas. Mientras tanto, Mario en su casa recibe una extraña nota, en donde se le exige presentarse de inmediato en la casa de Andrés. Sin cuestionarse mucho, decide ir. Andrés en su camino se topa casualmente a una mujer que antes fue su novia. –Sarah, ¿Cómo estas? Hacía tiempo que no te veía- Pregunta.

-No me quejo- Respondió.

-¿Cómo te va con Gabriel? -

-A pesar de ser éste un tanto celoso, nos llevamos bien, pero, preferiría estar contigo. Todo por tus malditos proyectos me dejaste de lado, y ahora que envolviste a Gabriel también, creo optaré por dejarlo.-

-Ahora ninguno de los dos está arraigado a ningún compromiso, salvo Gabriel que está comprometido contigo.-

-Eso se puede arreglar,- dijo coqueteando.

-Sabes que eso no puede ser, aunque me muera por dentro por tenerte a mi lado nuevamente. Bueno, esos fueron buenos tiempos. Ya es tarde, debo irme-

Se despide y cuando se retiraba, Sarah le pregunta:

-¿Ustedes no tuvieron que ver con la Muerte del Presidente? ¿Verdad?-

-No, éramos un partido político, que a final de cuentas fue amenazado, pero ahora no hay nada que hacer, ya todo está decidido. Adiós-

Andrés se marcha. En su interior, se molesta por no despedirse como era de su dama que, en antaño fue suya.

Unos minutos más tarde Mario, un tanto confundido, pregunta en la residencia de Andrés si éste se encuentra. Al responder el padre de Andrés negativamente, éste se inquieta. Se despide y se queda enfrente observando hacia todos lados. Y en esas estaba cuando ve algo que llama su atención, un aparato extraño estaba a unos pasos de él. Se le hacía algo familiar, luego recordó que fue el aparato utilizado para detonar la bomba en la Casa Presidencial. Presiona el botón por pura curiosidad y activa una carga explosiva que yacía oculta bajo la casa de la familia de Andrés, ésta explota destruyendo el hogar por completo y lanza a Mario varios metros hacia a atrás. Éste se queda perplejo sin saber que pensar, acto seguido, Andrés llega arrojando su bicicleta y ve a Mario con los ojos envueltos en llamas. Mario intenta explicarle, pero Andrés le calla dándole una patada en la cara. Éste no puede detener su golpiza. –Maldito Asesino, mataste a mis padres, la misma suerte correrá contigo, maldito traidor-

Saca un arma que traía oculta en el tobillo. Mario articula unas palabras entre lágrimas y alaridos, pero Andrés dispara dos veces justo en la cabeza.

Sin saber que hacer o que pensar, camina y se marcha sin saber a donde ir. Se aleja del lugar con los ojos llenos de rabia y confusión. Después de un buen rato, llega al centro de reuniones y rompe a llorar en medio de la oscuridad. La noche cae con lentitud, y con ella una estrepitosa lluvia se hace presente. De pronto alguien entra. Andrés observa estupefacto al visitante, es Sarah.

-¿Qué haces aquí? Pregunta Andrés poniéndose de pie.

-Ésta nota llegó hoy a mi casa, diciéndome que encontraría aquí a Mario, pero en vez de eso estás tú. Puedes explicarme que sucede, por que no entiendo nada-

-Creo que al oír lo que voy a decir, enloquecerás conmigo. Mario está muerto, yo lo maté. El maldito, asesinó a mis padres, yo lo vi, y creo que quería matarte a ti también, pareciera que intentaba aniquilar a las personas que más amo.-

Sarah no sabe que decir, y abraza a Andrés a modo de consolarle. Andrés no resiste más y le roba un beso. Sarah le besa después y el descontrol arriba. Tanto era el amor que uno profesa por el otro, que parece no importarles los acontecimientos ocurridos. Y mientras la lluvia con la fría noche, cae con fuerza en el exterior, caso contrario ocurre adentro, en aquella hoguera de delirios, pasiones y desenfreno. Sarah se acuesta en la mesa con la piel desnuda y Andrés se pone de pie para contemplarle. A punto de desabrocharse el pantalón estaba cuando vio por la ventana algo que le llenó de confusión inmediatamente. Encontrábase observando maliciosamente, Sergio, quien con una sonrisa en el rostro veía como Andrés hacía suya a la bella dama. Sergio aún riendo, da un par de pasos y descubre detrás de él a Gabriel quien veía todo con una rabia indescriptible en los ojos. Éste trepa por la ventana y sacando un arma dispara. Andrés se arroja al suelo evitando el ataque. Sarah corre desnuda en busca de ayuda, pero Gabriel le dispara en la espalda varias veces y ésta cae muerta – Esa es tu suerte, maldita perra- Dice Gabriel. Andrés ve los ojos sin vida de su amante, y saca también su arma, tomando desprevenido a Gabriel, quien recibe un disparo en el hombro. Andrés aprieta el gatillo nuevamente, pero las balas se agotaron. Gabriel aprovechándose, descarga toda la tolva en el pecho y cabeza de quien unos días antes fuera su amigo. Sergio entra y ve a Gabriel en un mar de lágrimas, maldiciendo y golpeando objetos. –Tranquilo, le dice, dame el arma. Todo saldrá bien-

Sergio toma el arma, y a escondidas la recarga.

¿Qué haces? pregunta confuso Gabriel.

-Algo que jamás lograrás entender-

Y con suma frialdad dispara dos veces en la cabeza a Gabriel. Éste cae muerto junto al cadáver de Andrés.

Sergio toma de su bolsillo un radio, e informa:

-“Está hecho. Pasamos a nivel tres”-

La mini-van es conducida por Sergio en una carretera abandonada, muy lejos de la ciudad. Disminuye la velocidad y se detiene frente a un automóvil lujoso. Sale de su auto y levanta las manos mostrando que se encuentra desarmado. Del otro auto, sale un tipo vestido de etiqueta, completamente de negro. Se coloca frente a Sergio y le dice:

-Dime… ¿Sergio? ¿Así es como te llamas? ¿Verdad? Bueno eso no importa ahora. Respóndeme está pregunta. ¿Cuánto le costó a tus amigos tu traición?

-Veinte millones- Responde casi de inmediato.

Abre el baúl y saca un maletín, le abre y le muestra la cantidad negociada en billetes de color verde. Casi arrebatándole el maletín, Sergio lo toma y antes de que éste pudiera darse la vuelta, el tipo le dice:

-Quisiera agradecerte, ya que si no hubiera sido por ti, me encontraría muerto. Y ahora, siempre a causa tuya, soy uno de los hombres más ricos del mundo. Parte de la estafa, va contigo en ese maletín, así que ten mucho cuidado. Quisiera verle la cara al gobierno mexicano, que aún piensa que Petén será de ellos. El dinero ya estaba depositado en la cuenta del gobierno antes de que la explosión acabara con mi casa.-

-Debo marcharme Señor Presidente- dice Sergio

-No me digas más así, respóndiole. La presidencia está a cargo a hora mi marioneta Ángel Justiniano. Bueno, todos los presidentes que han sido electos desde inicios del siglo XXI, pertenecieron y pertenecen a mi gremio. Y que mejor, si tenía alguien alguna sospecha al respecto, yace ahora tres metros bajo tierra-

Y mientras Felipe Monterroso seguía con su parloteo, típico de los políticos, Sergio abre sigilosamente el maletín para ver su recompensa. Toma un billete y lo siente extraño.

-¡Es falso!- Dice sorprendido, interrumpiendo la labia de Monterroso. Toma un fajo y observa que no solo el primer billete es falso, una copia, sino que además el resto del dinero, son solo hojas de papel meticulosamente cortadas. -¡Me has engañado Maldito!-

Grita Sergio con fuerza.

-¿Por qué tenías que ser curioso y ver tu dinero ahora? le dice Monterroso molesto.

-¿Cuándo vas a aprender tonto niño?

Soy un político, el engaño es mi arte. ¡Mátenlo!

Diciendo esto, diez hombres fuertemente armados brotan de la oscuridad. El Auto lujoso se aleja con Monterroso dentro y estando ya lejos se escuchan las detonaciones que acaban con la vida de aquel que vendió a su país por un billete falso.

Monterroso levanta su copa llena de Champaña brindando con sus colegas.

-No hay nadie quien lo niegue ya- dice con la copa levantada

-Guatemala es mía y de nadie Más-

El auto acelera y se pierde en la oscuridad de la carretera, marchándose con él, la esperanza y la libertad de una Nación.