Así fue como pensó, quien luego de tanto caminar por las
calles apedreando a las piedras mientras el agua llovida se escurría por su
cabellera mojada y se pegaba a su ropa en uno que otro estremecimiento de la
piel al sentir el contacto del aire gélido que soplaba aquella mañana gris de
septiembre cuando deambulaba incierto entre las cobijas del mundo, subiendo y
bajando entre las escaleras que el suelo le dibujaba mientras recorría los
pensamientos de su cabeza asesinando las pocas ideas que apenas transitaban por
aquella cabeza que desnuda siente las gotas de lluvia estrellarse en el cráneo,
dijo: no soporto el extraño vaivén que me azota, me siento como una muñequita
de cuerda con una canción absurda reproduciéndose en la lejanía, me siento como
un sorbo de café, me siento como una escupida abandonada en el suelo, me siento
como un pensamiento mal parido, me siento como una muñeca sin ropa, como una
solitaria niña perdida en un barrio repleto de violadores… me siento como el
eructo del borracho, como el vómito del marihuano, como el moco del agripado,
como el desecho de las hojas arrojadas al fuego para el sacrificio de los
mortales. Así soy para la desdicha, para el silencio, para los dioses
inexistentes, para saborear la vida y la muerte en un sándwich y soñar a la
dama de las noches oscuras que se mete entre las sábanas y se fuma el sexo con
su boca, mientras la esperanza de despertar se evapora con delicia de la nada
escurriéndose por la cama. Salir a la calle, saludar a Panero, luego
encontrarme con el conde de Lautremount mientras le pregunto si no se apellida
Ducasse, o si alguna vez un dios que no existe ahora le pregunto si se hacía
pasar por Maldoror; solo me contó que escuchó el evangelio de Jesús de la boca
de un genio y luego, sí, luego se cogió a la muerte… Si esa es mi dulce y
adorada isla…
1 comentario:
Por la calidad del texto, se hace necesario insistir en la ortografía y la puntuación. De otra manera estamos perdidos y sin isla.
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