martes, 11 de enero de 2011

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La mirada del tacto, encuentra el sabor que los ojos escuchan... Dijo el crítico de la obra, ante la mirada confusa de quienes rodeaban a tan misterioso ser que se abrió paso en La Galería con todo la fineza que caracteriza a los aristocráticos mientras sostenía un puro en una mano y un bastón negro en la otra, sombrero de copa y zapatillas color negro con blanco, Chapulines; sin duda alguna despertaba increible curiosidad en sus nuevos fanáticos... La obra de arte es inútil, no me produce experiencia estética, o tal vez he tenido demasiadas (rié lentamente algo así como-ja...ja...ja...), ésta obra de caracter pictórico está llena de senderos abruptos que chocan entre sí con el concepto y la forma; no existe desprendimiento en la actitud estética, no puedo alejarme del yo... es decir de mí (ríe otra vez, con pausas más largas y tediosas y confusas), puedo indicar y conluir, amables oyentes, que las obras modernas o actuales, cada vez me producen malestares más fuertes ya que en el desorden que se presentan los colores solo puedo interpretar caos e incertidumbre en los ojos del pintor, no puedo más que sentir pena y lástima por quién dejó caer en estos lienzos toda su miseria como artista y refleja el más bajo estado de autoestima que haya visto; no tiene intenciones de hacer reir a nadie ni de hacer el más mínimo escándalo para iniciar un debate, ésta, queridos amigos, es una obra que murió al nacer...

Cuando todos los espectadores terminaron de escuchar las palabras de tan elocuente expositor volvieron a observar detenidamente la obra mientras el crítico caminaba.

... Pero si solo es un cuadro de Miqui Maus...