sábado, 8 de septiembre de 2007

Empiezo a recorrer instantes en los que recuerdo el aroma del bosque cuando me encontraba con la soledad, cuando desnudaba la silueta de su cuerpo. Aún tengo en mi esos vagos y míseros recuerdos, cuando tenía en mi cabeza un solo pensamiento, cuando tenía en mi corazón un solo latido, cuando tenía en mi boca la ilusión de aquel beso perdido. Solo fragmentos existen en mi memoria de su sonrisa. Veo ahora lejana la posibilidad de acercarme como lo hice en aquel tiempo. Veo lejano el sentimiento del que puedo ser poseído al verla de nuevo. Pero lo lejano tiende acercarse y de nuevo la veo y me molesto. Me enfurece sentir, delirar con su boca, soñar que acaricio su cabello. Todo su ser me llama, o ¿Será ella? Tengo en mi boca aquel deseo inevitable de sentir su lengua. Mi nariz desea con locura infame percibir su aroma como cuando me seduce el humo del incienso en mi rostro. Y como siempre, termino perdido, sin encontrar la salida de este laberinto interminable de sensaciones que lentamente corroe mi alma y mi ser. Casiopea, cambia la historia, ven y búscame. Ahí junto al sendero que lleva a la nada, ahí en donde me pierdo, ahí en donde te perderás, ahí en el oscuro rincón de este camino incierto.

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