jueves, 3 de julio de 2008

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Escupo en mis manos delirios inciertos
matizados con el color café avellanado de una mirada
mezclada con arcoiris claroscuro...
Todo se ha vuelto lúcido...
la oscuridad me oberva perpleja,
extraña los viejos paisajes tristes,
infelices,
crueles,
salvajes,
perturbantes.

He de arrinconarme entonces
lejos de la tranquilidad
y así calmar las voces...

Lentamente el humo del pensamiento
se cuela en el infinito de mi ojos
donde el espacio penetra en el alma
haciendo florecer sensaciones impuras, placenteras...

Las sinfonías con aroma a muerte
transitan nuevamente por la ventana grisácea de mi mirada.

Y el aroma a piel de princesa
camina hasta llegar a mis labios
donde se posa en un beso que me arranca de los pensamientos...
Es aquella lucidez que me acompaña,
aquel mutismo donde soy prisionero voluntario de esa mirada...

La oscuridad se aleja
llevándose la tempestuosa ola caótica
que esperaba por mis pasos...

Ahora, la princesa se marcha dejando
la fragancia sutil de su alegria
y, mis dedos escupen miradas
babeándo susurros que me hablan
y me obligan a retornar
al vacío oscuro de donde provengo...
Las miradas pérfidas del espejo
me observan en mil ojos
y me gritan en mil bocas...
La luz se ha marchado
y la oscuridad, por hoy, en mi se ha volcado...

Que reine entonces...
y que el caos se derroche,
con nosotros y nuestras mil voces...

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