jueves, 31 de marzo de 2011

...Laberintitis...

Rebotan las paredes en mis ojos; las atucia injusta del silencio se cuela en mi piel lame el porvenir y me derriba. Los pies son impacientes perros, en busca de la guarida del descanso; las manos son gatos infieles recorriendo y arañando la nada.

El cuerpo en su estado pétreo deambula inmóvil por la enredadera del viento donde se escurre una sonata de un ojo que acurruca a las tinieblas. Las paredes cierran el paso a la vista suturan el sonido al oído. Porto semillas pérfidas, carezco de vida e inteligencia, soy un cuerpo sin alma que mediga sueños. El silencio es ruidoso grita y encierra mis fuerzas. El deseo de libertad, derribar las paredes, se diluye transformándose en caricias lúcidas y multicolores repletas de nada y de todo.

Estoy enfermo, esa es la verdad, la sinfonía del gato me arrebata esencias el aliento que se agita en mi sien me inquieta, el halo estridente estremece el olfato de mi piel. Estoy enfermo, las paredes me conducen hasta los ladrillos que forman el majestuoso y gigantesco laberinto. El ojo gigante me observa la caricia de su parpadeo me envuelve en un vaivén lújubre y delicioso...

¿Qué tengo? ¿Qué soy? No muero, tampoco vivo, estoy enfermo... Los ojos se me nublan, las paredes me consuelan, me abrazan con fuerza sutíl; me cargan y me acarician. La enfermedad me vence, el desatino se vuelve certero y la razón es ya neta confusión. ¿Qué tengo? ¿Qué soy? Estoy enfermo de laberintos, soy prisionero de laberintos. Siento besos y abrazos, dama dulce, tierna dama, no me sueltes, no te vayas; Solo veo paredes que me encierran... solo veo paredes, solo, solo, solo paredes... Laberintos...

No hay comentarios: