martes, 5 de abril de 2011

...Subconsciente - Primera Parte...

No encuento en el pensamiento esa esencia, ese fulgor, ese instante eterno que me hace sostener en el aire recuerdos de aquellos días cuando escribía; cuando la noche me acariciaba con sus dedos fríos mientras me acurrucaba la madrugada, mientras peleaba con el lapicero cuando escupía sus últimos espasmos de tinta negra. ¿Qué sucede ahora que tanto que tengo que decir que ya no puedo decir nada? ¿Se me agotó la forma? ¿Se entumeció mi cerebro y anulé la fórmula que me hacía vomitar cualquier idiotez que me encuentro abandonada en los resquicios de mi imaginación? Perdí la capacidad de sostener una idea, perdí la necesidad de escribir, y si de verdad sucede así, ¿Cuál es el sentido de mis palabras? Si no existe nada dentro de mí para escupir, ¿Qué sentido tiene escribir? ¿cuántas veces no me he encontrado con el problema maldito de encontrarme abandonado con mis propios demonios? Seres que me torturan soterrando ideas y pensamientos, algunos buenos y me hacen arrojar al camino lo peor, lo inútil, lo absurdo... Cada día, cada noche, cada segundo, pienso, deseo y necesito escribir; lamentablemente ya no se de qué forma...


Leyó lo escrito luego de arrancar con fuerza la hoja de la máquina de escribir; se sintió abandonado, triste. Arrugó el papel y lo arrojó a la basura pero en el camino la hoja se extendió y se abrió quedando lisa cual hoja nueva y cayó lentamente contoneándose con el viento en un vaivén que llamó la atención del frustrado escritor que no hizo más que levantarse de inmediato, revisar el contenido de la hoja y asombrarse de que lo escrito era diferente... Por un instante creyó que se trataba de un sueño, o de una las acostumbradas alucinaciones, pero era una realidad, una de esas que se escapan de la rutina de la normalidad desafiando el equilibrio... Leyó y en la hoja estaba escrito lo que estaba pensando mientras escribía, la máquina de escribir que tenía en frente era capaz de retratar lo que una persona en verdad piensa y siente... La hoja estaba llena de lamentos, incoherencias, confusiones, situaciones complicadas y muchas confesiones... en las líneas se percató de la peligrosidad de su máquina, con ella podría leer el pensamiento de las personas sin necesidad de recurrir a interrogatorios, solo bastaba que escribieran en ella para que ésta se encargara de desnudar el alma en un papel... Pero ¿Cómo convencer a las personas de escribir en ella? ¿Sería un buen negocio? ¿Cuánto podría cobrar por revelar el propio pensamiento? La verdad es una experiencia en ocasiones nefasta y en otras satisfactoria, porque el subconsciente había encontrado la forma de expresarse, había descubierto la manera de manifestarse utilizando las palabras y el propio lenguaje dejando libres las propias ideas... Seguramente sería un buen negocio, cobrar una considerable cantidad por las personas que leeran su propio interior, que sabrán realmente lo que piensan. Bien dicen que todo negocio nace en la satisfacción de una necesidad; en el verano bien se venden los helados y no un café; el ser humano jamás se conoce, nadie nunca ha sabido cómo leer lo que se lleva dentro... En estos instantes ya se sabe, será un buen negocio... Pero ¿Y las letras? ¿Dónde queda toda esa necesidad de expresarse que había sido descrita? ... Lee la hoja... Y descubre, a parte de saber que no le interesa la escritura, siempre tuvo necesidad de conseguir dinero fácil, de trabajar lo menos posible y conseguir dinero, siempre es dinero, necesidad imperante en todo ser humano dependiente de ese dios moderno que satisface cualquier necesidad con un mísero billete. La hoja le reveló que debía montar un negocio, y ya sabía cuál y de qué tipo... Solo debía hacer un par de pruebas con sus amigos... Podrían robarle la idea... o peor aún... la máquina... es peligrosa... es una máquina invaluable que nadie debe descubrir... Pensó que con el primer dinero que consiga invertirá lo necesario en conseguir una caja fuerte para que esté a salvo de la malicia del ser humano y al mismo tiempo servirle para sus placeres más mundanos... No importaba, el negocio, el dinero, los millones se dibujaron silenciosamente en su mente, sus recorridos por los mejores bares del país, con las mejores putas, cogiendo a diestra y siniestra con todo el dinero del mundo... ¿Qué más quiere el hombre? no hay profundidad en sus palabras, el hombre quiere siempre el camino más fácil y él lo tenía, había encontrado la fórmula del poder, era una máquina de escribir capaz de deslindar el subconsciente de las personas, el mejor psicólogo, pero ¿Cómo hacer que la gente escriba sus pensamientos y que la hoja se arrugue y revele el interior? ¿Cómo? maltida sea ¿Cómo? y en un instante de lucidez, encontró la manera...

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