jueves, 8 de diciembre de 2011

Respiros

Los días se me escurren entre pensamientos e ironías, entre tristezas y sutilezas; camino errabundo contemplando imágenes que distraen mi rutina como algunos ojos tristes, o una nube de forma extraña. He logrado comprender que siempre o casi siempre, veo cosas que normalmente la gente no ve, como contar las arrugas de la señora que se subió al bus pidiéndo dinero para tratar una enfermedad común a sus ochenta y tantos que aparenteba, o admirar la sagacidad del vendedor que dejó en el bus todos sus productos sin recurrir a ofertas o estrategias lastímeras que solo provocan rechazo entre los viajantes. 

Los he llamado respiros, ver con curiosidad cómo se quema el papel, las formas que toma el fuego, el baile de su flama; observar con cuidado el arete en la nariz de mi compañera mientras me habla de algo que olvido en el instante; medir la seriedad de una persona por medio de su fruncir de labios y detectar que se trata de una máscara para imponer respeto... 

Cada día tengo tres o cuatro respiros, pero cuando no los tengo me siento más viejo, sin vida, como si se consumiera una parte de mí al no distraerme con esos detallitos que cualquiera tomaría por absurdos o por tontos. Bien dicen que parezco un niño, brincando de un lado a otro cuando la felicidad se desborda de mí; así soy, triste y distraido, feliz y frustrado, colorido y taciturno; sincero y metiroso...

Hoy, ando en busca de un respiro que me alcance hasta el final del día, pues he sentido que me agobia tanto la existencia que deseo acabarla en un segundo con un cerrar de ojos y despertar en otra realidad, mientras termino de cabalgar en estas ideas trataré de respirar.

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