viernes, 30 de septiembre de 2011

Entre el fanatismo y la lucidez

El impacto triste de la muerte sembró en sus ojos una rabia insolente que mordía con cada mirada, mientras gritaba a medio bus que era un milagro de dios que estuviera con vida, luego de relatar sin pudor los excesos que envolvieron su vida desató una ola de incertidumbre al cuestionar "Y usted, ¿Por quién votará?", la astucia del predicador, biblia en mano y garganta rasposa, fue parecer un tonto más, un predicarcucho más; otro que solo deseaba llevárse una modesta "donación" para continuar orquestando la venida del "señor", un cobro moral por bendecir la unidad de transporte... Pero éste, no aceptó donativo, no pidió dinero, criticó el sistema social, la falta de educación y la pobreza, a pesar que "cristo" fue pobre, él, decía con fiereza el predicador, supo aprovechar las oportunidades, no se dejó vencer... Trabajó, no esperó que todo le viniera del cielo, esperó oportunidades, supo verlas, las tomó y murió por nosotros, por ustedes. Ahora, continuaba el individuo, vienen esos tipos por los que ustedes van a votar, a los que ustedes les entregarán el poder, ellos solamente prometen y mienten; jamás cumplirán... No hay que fiarse de las promesas del hombre, solo de dios... Ellos no resolverán los problemas de este país, ellos no traerán paz, solo dios traerá la paz, no hay solución inmediata para la Paz, la única solución es buscar que cada uno de ustedes deje de ser corrupto... en ese momento las miradas se volcaron sobre él, la gente se sintió molesta por esa grave acusación de corrupción... ¿Yo corrupta? dijo una vieja que se santiguó al escuchar tales "blasfemias" del lúcido predicador iluminado a medias por los rayos del sol que se colaban tímidos entre el polarizado descascarado del bus... Si señora, usted es corrupta, su iglesia es corrupta, su sistema es corrupto, su gobierno es corrupto, su país es corrupto... Si usted lo permitió, si usted no hizo nada para evitar esa invasión de corrupción entonces es usted una colaboradora del mal y de la desdicha que nos envuelve... Es una corrupta... La señora se puso de pie y comenzó a lanzar ofensas ante las miradas tímidas de las personas que solo contemplaban el paisaje de automóviles moviéndose al verde del semáforo, un asalto en la esquina, una metida de mano en la otra, una cachetada en el instante, un silencio incómodo en la unidad, un destello de inteligencia su respuesta... dios la bendiga señora... Dicen que la verdad duele y que el ser humano no es capaz de aceptarla, y al parecer usted tampoco está dispuesta aceptar a cristo y ese es el problema señores, que ninguno de ustedes tiene a cristo en el corazón, por eso el país se desmorona porque le entregamos todo a las manos del mal... En esta mañana deseo dejar plasmado en su mente la idea de que ustedes son los únicos culpables de haber perdido la paz que dios nos dejó cuando su hijo vino y murió por nosotros hace ya más de dos mil años y ahora ¿creen que con un simple voto, una triste equis, cambiará lo que ustedes mismos permitieron que pasara? Perdimos la paz y solo aceptando a cristo la podemos recuperar... La vieja se puso de nuevo en pie, dando la impresión de que había terminado de pensar su respuesta luego de varios minutos de analizarla... Comenzó a gritarle, a maldecir que era él era un diablo que se hacía pasar por santo, que él era un instrumento de satanás para atraer a las personas carentes de pensamiento hacia sus fauces que luego serían devorados por el maligno en las llamas del infierno... el tipo se dedicó a escuchar, cerró su biblia y con un rostro pacífico y sereno escuchó pacientemente el mar de insultos e improperios que invadieron el bus en aquel instante... Por estar pendiente de la discusión y de la emoción que ambos personajes derramaban de sus bocas, el chofer se distrajo dos segundos, suficientes para no ver el cambio del semáforo de amarillo a rojo... El impacto con dos vehículos detuvó la marcha del bus, los gritos de la señora y la lucidez del predicador... Al abrir los ojos, los pasajeros se quedaron perplejos de ver la seriedad del accidente, el chofer había desaparecido junto a su ayudante, y un agujero en el windshield del bus delató el destino del predicador que no estaba agarrado del tubo en ese momento. Algunas hojas de la biblia se encontraban esparcidas en el bus y otras caían lentamente contonéandose con el viento antes de acariciar levemente el suelo... 


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