lunes, 3 de octubre de 2011

Hoy me dejé...

Hoy me dejé tocar por un desconocido. Aunque, no lo niego, al inicio me pareció un acto repugnante, que en lugar de causarme placer al percibir la sensación de hacer algo prohibido, sentí culpa, me sentí miserable, como necesitada de una caricia, como una tonta; pero eso solo fue al inicio... La sensación se volvió más intensa dejando de lado toda limitante; dejé me apretara más el gluteo en aquel bus congestionado. Aunque hubiera querido verle la cara, la amontonazón no me dejó, solo sentí como una mano se colaba por entre las demás hasta llegar a mi muy humilde culo, que... bueno, debo decirlo, no es la gran cosa, solo huesos y nalgas flácidas, pero algo le gustó, algo quería de mí y por eso traté te levantarlo para que no le costara. Cuando ya sentí el fuerte deseo de que me agarrara otra cosa, quitó la mano con rápidez como si se hubiera quemado, pude percibir miedo de su parte cuando la retiró. El lenguaje de los movimientos, el leguaje corporal dice tantas cosas, primero eran caricias y vaivenes suaves que iban de arriba a abajo, luego se detuvo y su mano se petrificó dos segundos, luego, por lo mismo de la apretazón a su mano le costó trabajo salir de ese resquicio traicionero y solo escuché el quejido solapado de varias personas cuando la velocidad de la retirada lastimó a un par de gentes... 

Mientras pensaba en mi pequeña aventura, me di cuenta que aún faltaba mucho para bajarme del bus... 

Al menos mi rutina de hoy empezó con algo diferente; aún no entiendo porqué me dejé, si ni siquiera dejó que mi novio me agarre algo, ni siquiera que bese con lengua, es que me da miedo y tampoco es por trauma, simplemente porque así me educaron, a ser recatadita, sencilla; pero últimamente me he estado hartando de la vida que llevo, el maldito trabajo, los malditos compañeros, el serote de mi jefe y sus chistes machistas, su siempre marginación contra mi sexo y a mi desdichado cuerpo, como no tengo tetas voluminosas, el pisado no me cree mujer, si bien se enterara de que hubo uno que sin conocerme me agarró y se sintió bien... Igual, nadie me creería, sería otra vez un chiste, como cuando les dije que fui a Escuintla sin nada solo por querer conocer, nadie me creyó, la gente piensa que invento estas cosas para sentirme más apreciada por ellos que se levantan  de la mesa de la cafetería cuando llegó a comer con ellos, me da la impresión de que vieron demasiadas películas grigas de esas románticas... 

Hoy me volví a dejar, en la misma parada, en la misma avenida... Uy... otra vez, puedo sentirla, es la misma mano, hoy no está asustada... 



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