lunes, 5 de septiembre de 2011

...Historia que no es mi Historia...

Aquella noche llovía igual que ahora y aquel joven comenzó a escribir como yo escribo ahora, tal vez sus pensamientos fueron más profundos de los que intento plasmar en este momento. No tengo intenciones de copiar sus frases o de pensar de igual manera. Solo intento escribir una historia como la que escribió sin intenciones de utilizar las mismas ideas o los mismos aforismos. Solo deseo escribir una historia sin intenciones de continuar con aquella que ya no acabó. Tampoco intentaré suplantarle, solo deseo escribir una historia sin robarme los pensamientos que lograron que aquella creación traspasara las fronteras del papel; aquella historia que se escurrió de las hojas que lograron soltarse del cuaderno cuando caminaba por aquel lugar por donde camino ahora, por donde ronda mi pensamiento tratando de retratar en la memoria el lugar donde las hojas caminaron y encontraron unas escaleras hacia abajo hacia la salida por donde ahora salgo dibujando el sendero del papel que se contuvo por un instante en aquella historia cuando se detuvo aquel joven para rascarse la barbilla pues un zancudo intentó chupar un poco de su sangre y se distrajo y mientras la hoja esperaba por la continuidad de la historia, el joven se dedicó a buscar al zancudo pues era un hipocondríaco como lo soy ahora pues el mismo zancudo ronda por el cuarto en donde aquel joven escribía la historia de una hoja que ahora queda pausada esperando la continuidad del pensamiento. El joven logró acribillar tres zancudos como los cuatro que yo maté ahora y se sumergió de nuevo en la historia donde la hoja deambula ahora calle abajo por donde camino ahora buscando un abrazo silencioso en la ternura de la oscuridad, un el abrazo frío de los árboles, un beso tibio de la Luna; pero no logró llegar tan alto solo logró frotar la densa penumbra con su blancura repleta de pensamientos insulsos como los que escribo ahora tratando de recordar como aquel joven escribió una historia, aquella que trato de retratar letra por letra sin olvidar de que se trataba. De nuevo siente comezón, esta vez son los pies y le pican como me pican a mí ahora, a él se le subieron cientos de hormigas que terminaban por devorar un pan que olvidó noches atrás y que buscaron carne y se encontraron con sus pies maltrechos así como me devoran ahora, solo que estas hormigas son más grandes y pensantes; las del joven eran pequeñas y tontas; solo por eso distingo que se trata de una historia que no es mi historia, por esas pequeñas diferencias que obligan a la hoja detenerse en el limbo de las letras inacabadas mientras el escrito se detiene porque las hormigas deambulan por entre su piel buscando carne. Conmigo descubren un camino y aquel joven descubrieron miles de senderos por donde lograron introducirse obteniendo con sutil y dolorosa victoria que olvidara donde había dejado la hoja, esa hoja que sostengo ahora en ese lugar donde el joven intentó terminar, en ese sendero calles abajo del pensamiento donde me encuentro, aquí donde las hormigas también devoran mi cuerpo.

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