martes, 23 de enero de 2007

...Cuentos...

Vuelca sobre el una sensación de paz, armonía y sencillez. Sentado frente a una multitud de tres niños se encuentra un joven veterano narrando con tal pasión que las expresiones de su rostro revelan verdad en sus ojos, sucesos que en un pasado acontecieron. Enciende en los que atentamente escuchan un sentimiento fugaz de dudas y preguntas que retuercen la mente haciendo parecer que la realidad parezca falsa.

Habiendo ya concluido su airada narración, los niños con más admiración que miedo a coro piden otro.

¡Niños!

¿Qué les dije?

Dijo el Señor de avanzada edad dejándolos a todos con un nudo en la garganta.

¿Se acuerdan?

Un cuento por día

¡Abuelo!

Cuéntanos otro, ¿Si?

No niños, tengo que ir a dormir. No tengo como ustedes tanta energía para estar despierto toda la noche, además yo al igual que ustedes tengo que descansar.

De mal gusto se van los nietos a dormir, suben lentamente las gradas que los llevan hasta su alcoba

-Noche-, dice en su mente.

-Eres tejedora de relatos verídicos. Sucesos que le marcan la vida al ser humano y le hacen ver para distintos lados. Estoy enamorado de tu hija, de la princesa Blanca.

Cada vez que te acercas con tu hermoso vestido negro, me enamoras, me haces sentir vivo. Por que cuando tu oscuridad siento en mi ser, mi mente piensa y vuela-

El abuelo camina dirigiéndose hasta la ventana, levanta la cortina con suavidad y contempla la majestuosidad de la Luna en el oscuro cielo.

De pronto observa que una estrella se mueve con lentitud. Pero ésta cada vez se hace más grande, se dirige justo hacia la Tierra.

El anciano comienza a pensar en si es algo que esta imaginando o si en realidad esa estrella pretende arrasar con lo que queda de vida en el Planeta.

El suelo se mueve un poco como dando un espasmo. Se mueve otra vez pero en esta ocasión lo hace con más fuerza y este movimiento hace que algunas piezas de cristalería caigan y se rompan estrepitosamente.

Ahora el suelo comienza a retumbar como si un terremoto se acercase. El abuelo con un escalofrío en la espalda teme lo peor. Se aleja de la ventana y se dirige a buscar a sus nietos. Corre lo más veloz que puede llegando hasta las escaleras, pero cuando se disponía a hacerlo el sismo se incrementa derrumbándolo hacia el piso.

El hombre se pode de pie con mucha dificultad ya que su avanzada edad no le dejaba moverse con fuerza en aquel extraño momento por el que pasaba su amor la noche. Regresa a la ventana y dirige su vista al cielo.

Al ver hacía arriba sus ojos se llenan de lágrimas, sus pensamientos se retuercen negándose a morir. Una gran luz blanca lo enceguece, la estrella que hace unos momentos observaba a lo lejos le robaba ahora la oscuridad de la noche casi frente sus ojos. De pronto como si solo hubiera sido un rayo, la luz se desvanece, pero la estrella no. A lo lejos se ve como se encuentra con el suelo y esta provoca una gran explosión que sacude al planeta en un gran terremoto que destruye todo su alrededor. Los nietos comienzan a bajar las escaleras y se aferran a las piernas de su abuelo. El se coloca a su altura sentándose en el suelo y los abraza con mucho temor. Los niños gritan de desesperación y terror. Todo se sacude, el techo comienza a caerse, el fin del mundo dice su mente.

Desliza su cabeza por la pared para poder llegar a lo que queda de la ventana y así observar los daños.

Su miedo aumenta al ver que la onda expansiva de la explosión arrasa con todo a su paso. Se aferra con fuerza a sus nietos y comienza a llorar. Siente que su vida se extinguirá en unos segundos y que los niños que tiene en sus brazos no podrán gozar de un hermoso planeta.

El ruido se hace cada vez más fuerte e insoportable. Las lágrimas de los niños no dejan de derramarse, los gritos de desesperación y resignación ya no se oyen.

La onda expansiva de la explosión barre la casa como si fuera de juguete.

La destrucción es visible, la vida en la tierra ya no existe.

Desde el espacio un gran círculo negro se ve en gran parte del planeta que se agranda con una lentitud devastadora.

Los escombros se mueven en lo que parecía ser un casa. Es un anciano que se encuentra muy golpeado, se coloca de pie observando con horror que sus nietos duermen para siempre. Ve con asombro la ventana que no se derrumbo, Se coloca frente a ella y observa el cielo. Las nubes de polvo se disipan y nuevamente ve a su amor la Luna

Se da la vuelta y ve su casa, la televisión, el comedor y las escaleras.

Se oyen pasos que vienen, son sus nietos que forman una caravana hacia la cocina para beber un vaso de leche que su mamá ya les había dejado preparado.

El joven veterano los ve y se dice a si mismo:

“Creo que ese no sería un buen cuento para los niños…

Tendré que pensar en otro…”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta bueno bueno blanco pero bueno, creo que lo de los cuentos si se te da, pero no trates de ser tan fumado en lo que escribis me refiero no rebusques palabras yo se que hay muchas personas que te entenderan pero el que hace un gran escritor es el mas sincero y no el pretencioso.
Te lo digo porque de nuevo lei la musa y seme hace muy buscada.
o soy muy mula o que putas

Te felicito viejo

PD.Ponete a trabajar y deja de fumar esa mierda (mucho apesta)
att Bryan Ortiz