lunes, 19 de marzo de 2007

La Sombra (Primera Parte)

La oscuridad de la noche invade el desierto del Sahara. La luna puntual ya se encuentra en su punto más alto. El calor del desierto se disipa y abre paso a un suave frío que se cuela por los resquicios de las Pirámides de Giza. Un joven turista se aventura un poco más para contemplar la belleza de ese mágico lugar y soñar despierto. Dándose cuenta ya tarde que la noche invadió por completo su camino de retorno, sintió dentro de si una extraña inseguridad y esta abrió paso a una misteriosa paz. De pronto ve algo que se escurre por un agujero de la Pirámide, una silueta que parece moverse justo desde la parte de en medio de tan majestuosa obra. Una sombra brota del agujero descendiendo muy lentamente hasta llegar al suelo, continuando su camino se desliza por la arena como un líquido negro y extraño.

Ésta se yergue colocándose frente a él. Los latidos de su corazón galopan con mucha rapidez. Sus músculos se endurecen y se queda petrificado como una estatua al ver que se aproxima cada vez más frente a sus ojos. De pronto con un movimiento fuerte y veloz ésta toca su frente y se introduce lentamente. Los ojos del Turista se vuelven locos sin saber que hacer, parecen los únicos que están conscientes, con vida propia. La mirada del Joven intenta mantener fuerza para no desfallecer, pero es demasiado tarde, pues ésta se ha introducido casi toda, parece flotar. Con mucha lentitud concluye su ingreso en la cabeza del joven. Éste queda tambaleando un rato, y de un momento a otro todo se vuelve negro frente a sus ojos…

En la penumbra el príncipe canta, arrullado por el misterioso y lúgubre lumbre de la Luna. Canta y su doncella le escucha a través del balcón. Su alcoba llena de tesoros, su cama como la una reina con cuatro columnas que brotan del techo, sabanas de seda fina. Un par de escalones hacen que la cama parezca una pequeña pirámide con un tesoro en la cima. La princesa se levanta al escuchar la potente voz de su tenor, a toda prisa se dirige como si fuera una niña corriendo para recibir un obsequio. Llega a la puerta de vidrio, le abre suavemente, sale al balcón y contempla a su príncipe cantando a capella. Ésta se regocija y le coquetea mientras el príncipe concentrado en su canto entona que es la más bella.

Una sombra se mueve por el patio en donde se encuentra el príncipe cantando, esta intenta pasar desapercibida mientras se oculta en el sito más oscuro. La princesa siente una misteriosa mirada que le observa. Mientras su amado canta puede ver en la oscuridad una silueta en forma de hombre que le llena de horror. El cantor interrumpe su canción al ver a su amada distraída, viendo la nada. Éste intenta vislumbrar lo que su amada con tanto temor observa. Y le ve, siente temor por un ataque, desenfunda su espada y grita:

¡Sal de Ahí cobarde!

¿Qué es lo que observas?

¿Qué es lo que quieres?

Sal y pelea con honor…

La sombra parece no responder, el príncipe titubea e intenta asechar a su contrincante que parece un truco de la oscuridad. Sale a la luz y descubre un hombre con la mirada extraña con una capa negra y larga, observa los ojos de la princesa y de un instante a otro se disuelve como una pequeña tormenta de arena que el aire se lleva.

Los dos se quedan mudos por un rato, el príncipe decide partir, pero sin antes avisar a los guardias del castillo que custodien el balcón de su amada para que nada ni nadie pueda entrar.

Ya bien entrada la noche la Luna decide dormir un rato dejando todo bajo una capa de tinieblas. La oscuridad de la noche se apodera del Sueño de la princesa, y una sombra misteriosa juguetea con lo que queda de luz en su alcoba.

La bella dama abre los ojos y siente la presencia de algo que vio no hace mucho, pero deja que se vuelvan conjeturas de la noche y se engaña diciendo que son trucos de la mente y la oscuridad. La sombra se mueve suavemente por toda la alcoba, espiando cada rincón, se acerca sigilosamente, sube los escalones. La princesa sumida a la profundidad de sus sueños no advierte la presencia extraña que emana de ese ser de la mirada loca.

Se acerca despacio al punto de rozar su piel con su aliento y suspira, la piel blanca y fina de la Princesa se estremece dando un espasmo de inseguridad como cuando se tienen pesadillas.

La sombra se acerca a su rostro y con un susurro tierno y sublime le dice al oído:

-Eres Hermosa mi Dulcinea, mi princesa, no temas no os haré daño, ya que mi sentir es tan profundo que solo me puedo limitar a contemplaros, no se me permite acariciar tu hermoso cuerpo, ya que si lo hago perezco, soy solamente una sensación que no existe, una especie de bruma que vaga de un lado a otro, soy una Sombra.-

Concluyendo su breve susurro, la luna despierta regresando la claridad a su lugar y la sombra se disipa volviéndose únicamente un suspiro asesinado por la luz.

La princesa abre sus ojos después de un profundo sueño y en su cabeza resuena aquella frase misteriosa que le hizo sentirse insegura y a la vez protegida. “Eres Hermosa mi Dulcinea, Mi princesa”.

Cierra sus ojos y deja que su cuerpo duerma un rato para que su mente despierte y así regresar al maravilloso mundo que por las noches hemos de visitar.

El desierto del Sahara se mantiene inmortal escondiendo secretos de historias que ocurrieron en tiempos anteriores a los nuestros. Pasos de gigantes borrados por las olas del desierto. La noche muere y el día renace.

Toda la inmensidad desierto absorbe algunos pensamientos que nacieron para reflexionar y murieron para realizar, algunos que permanecieron encerrados en el olvido de la mente para poder despertar y vivir en esa soledad eterna. El sonido de un místico silencio es interrumpido por un extraño sonido, uno que revela vida en tierra árida. Sobre una duna en la víspera de la hora sin sombra una caravana se abre paso entre el abrasante calor.

Los camellos con paso lento y seguro caminan haciendo mover los trastos que sus ocupantes traen consigo.

Un pluma y un cuaderno, su único acompañante. Un joven escribe en su cuaderno una especie de bitácora de viaje, en él narra los sucesos que acontecieron cuando arribaron al Cairo, en donde se posan las monumentales pirámides de Giza.

Hey chico, que escribes, dijo uno de los miembros de la caravana.

¿Que estuviste al borde de la muerte y te salvaste?

Ja, ja, ja

Rompe a reír con otro de los acompañantes,

Mientras el joven con una mirada llena de ira les observa.

Callan y ya no molestan al ver que su broma no causaba gracia.

El joven recuerda el día en el que sintió un extraño dolor de cabeza que casi le arranca la vida.

El Joven se llama Ankar y lleva años viajando por el mundo, lugares precisos como Stonehenge, Machu Pichu, Las Líneas de Nazca, la Isla de las Bermudas, Copan, Los Andes. Este joven por mas que suene increíble no posee ni un centavo, pero ha organizado expediciones sin ser el un conocedor de lugares, se ha basado en sueños que experimenta a flor de piel, sueños tan reales que han dado en el punto de lugares fantásticos que solamente el ha podido ver, los que van en las expediciones encuentran otros tesoros y esa es su paga, pero para Ankar, descubrir que sus sueños son reales vale más que la piedra más brillante en la faz de la Tierra.

La teoría de Ankar, en medio del Desierto hay un oasis gigante, tan gigante que alberga un reino, en el se puede encontrar toda clase de tesoros, según Ankar talvez el oasis siga intacto y talvez se descubra un civilización antigua, un reino olvidado por el tiempo.

La soledad del desierto cubre de amor todo el pecho de Ankar, ya que la soledad le llena de nostalgia, recuerdos efímeros de lo que fue un amor que soñó.

Las dunas parecen eternas mientras la arena se pierde en el horizonte, esta por anochecer y la caravana se detiene en un lugar poco usual en el desierto. Una palmera en medio de la nada, con cocos frescos, la arena de ese lugar es densa lo suficiente como para sostenerlos durante la noche. El silencio cada vez se hace más profundo conforme se adentra la noche. El crepúsculo en el desierto es hermoso, no hay nada más que nada, una soledad inmensa es la que se apodera de todos y de todo. Cada rincón del desierto es embellecido por la tan majestuosa muerte del día

El sueño de Ankar es interrumpido por una pesadilla y despierta con la respiración agitada.

La oscuridad es tan densa dentro de la casa de campaña, pero al salir se percata de que el cielo es tan hermoso cuando no hay luz. Un inmenso océano de estrellas se ve en el firmamento.

Y de pronto todo su asombro se vuelve terror, una sombra camina desde lejos y se acerca velozmente, parece levitar. La cabeza de Ankar padece de un fuerte dolor que le obliga desmayarse. Ankar pone resistencia y cae de rodillas.

La sombra se acerca cada vez más, y mientras esta venía los recuerdos afloran, las Pirámides, la sombra, el dolor de cabeza, las alucinaciones, el viaje, la princesa, su capa, el príncipe, el Castillo.

Ankar se logra poner de pie, muy débil se enfrentar a la sombra sin saber que esperar.

La sombra se pone frente a él, es la silueta negra de un ser humano. Descubre sus ojos, negros como la noche, pero no tenían maldad dentro de si.

Y de un movimiento veloz, introduce con fuerza su mano en la frente de Ankar haciéndole gritar, siente caer al suelo velozmente y al caer su mirar se torna negro…

El día con su grata belleza entra por su ventana haciéndole despertar de aquel delicioso descanso. Mientras intenta levantarse de su cama recuerda que algo sucedió en la noche.

Algo domina sus pensamientos, lo recuerda todo como algo extraño y bizarro, decide dejarlo todo como si un sueño hubiera nacido y al amanecer a éste le tocara partir. Y así lo hace, el supuesto sueño perece al sentir una presencia que llama a su puerta.

LA Princesa se levanta de la Cama y abre, su padre le da los buenos días.

El rey se marcha más preocupado que contento, algo perturba sus pensamientos, éste sigue su camino por todo el corredor mientras se dice a si mismo:

-Mi niña, mi hermosa niña, no quisiera que le ocurriera nada pero a estas alturas ya todo es inevitable. Una noche más y todo este reino se volverá arena-

El día transcurre con lentitud mientras el Rey angustiado espera la venida de la noche, pasa todo el día hablando con su hija, como si fuera el fin del mundo.

La princesa se despide y decide dar un pequeño paseo, el rey se encuentra ahora solo en su alcoba, busca un copón, saca debajo de su cama una vieja botella de vino y una pipa de Opio, toma unos sorbos, enciende su pipa y comienza a aspirar el humo y de pronto entra en una especie de relajación y se olvida de todo.

LA princesa se encuentra dando una pequeña caminata por el diminuto reino (La ciudad del desierto) Unos visitantes arriban cansados y sedientos mientras el sol juguetea con la noche dándole vida al ocaso.

La noche termina posándose con su vestido negro. Mientras en la oscuridad nuevamente parece que una sombra se esconde de la luz. La princesa se encuentra en el centro del reino, en el oasis, sentada en la orilla al lado de una palmera.

Percibe detrás de sí que alguien le observa, siente una presencia extrañamente familiar. Voltea, solo ve oscuridad en la lejanía, y se da cuenta de lo que siente al ver a la silueta de un hombre brotando de la oscuridad. La silueta se veía perfectamente delineada en la no muy densa oscuridad. Pero al salir de ella la silueta se vuelve la sombra de nadie reflejándose en el suelo y desvaneciéndose al mismo tiempo.

La Princesa siente dentro de si una extraña paz. Se sienta nuevamente y esta vez se recuesta en una palmera.

Una sombra desciende desde lo más alto de esa palmera rodeándola hasta llegar a ella. Y con un leve susurro que la princesa reconoce ésta le dice:

-Como anhelo el instante en el que no sea un suspiro de la noche, para así poder abrazarte y protegerte de la falsedad de tu príncipe, y de la cobardía de tu padre. Como deseo tocarte, sentirte, ya que de esta forma no puedo, quisiera estar en persona frente a ti y no ser esta efímera sensación de la oscuridad. –

Muéstrate, dijo la Princesa.

LA Sombra se colocó frente a ella en forma de silueta de un hombre, toda la sombra era de color negro. Sube la cabeza y solamente le puede ver los ojos.

La princesa se estremece y siente un gran vuelco en su interior, su vacío se llena, y todo lo demás ya no importa, solamente esa mirada que le roba el corazón.

La Sombra dice:

-No soy de este tiempo, este lugar, no se si existe, o si tu eres un sueño. Lo cierto es que en mi interior crece un fuego que esta quemando mi corazón, ¿Será acaso amor lo que siento por ti? ¿Aquel amor que juré un día no ver por temer no recorrer el mundo?

Pero tuve que recorrer a través de él para poder encontrarte en este desierto, y sin querer me encuentro en un lugar que se que no es de este tiempo.

Mi princesa, eres la mujer más bella que mis ojos han podido apreciar. No te dejes engañar por ese tonto de tu príncipe. Después de que el se fue escuché burlarse de lo que tu sientes por él, el quiere apoderarse del Reino, yo quiero apoderarme de tu corazón para que lata por mi y tu del mío porque desde que te vi, lo hace por ti.-

La princesa se queda muda sin saber que decir o sentir…

Cuando advierte una sensación de inseguridad, la misma que sintió cuando charló por ultima vez con su padre.

El suelo parece retumbar desde sus profundidades, de pronto se vuelve un gran y estrepitoso terremoto que sacude toda la ciudad ya bien entrada la noche.

Y mientras todo ocurría la princesa piensa algo, Mi padre lo sabía…

La sombra no parece moverse, flota.

Y ve a su amada ser presa del miedo.

Los edificios se derrumban, la gente grita, las nubes descubren a la luna y con esta su luz, pero su luz descubre el mortífero origen del sismo.

Desde la lejanía se acerca a una velocidad impresionante un gran tsunami amarillo, una Tormenta de Arena, la más grande que el desierto nunca antes había visto. Y ahora se encuentran en el camino de una inevitable destrucción.

La sombra viola las leyes y abraza a su princesa en medio de tal tempestad que les impide abrir los ojos. La mezcla del miedo y el amor se hace visible en los ojos de los dos.

El rey solloza en su alcoba mientras corta su tristeza con una carcajada pretendiendo que nada le importa, poco dura su alegría, la tormenta destruye el castillo.

Esta avanza destruyendo todo a su paso, la princesa se aferra a la sombra y ésta llora de impotencia. De pronto todo se vuelve negro frente a sus ojos.

Continúa...

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