jueves, 9 de septiembre de 2010

...Corina...

Corina... Así se llamaba, lo recuerdo muy bien, fue hace tanto tiempo; aquel dolor que tuve que olvidar, tantas imágenes en mi cerebro que tuve que borrar. A veces pienso sobre los pocos momentos que pasamos juntas; bueno, tal vez fueron muchos, pero ahora solo tengo en mi memoria ciertos fragmentos de esa existencia que en ese entonces gozaba; esa delicia de sus brazos, las caricias, los besos; su pelo meciéndose con el aire y su sonrisa, esa jamás la olvidaré... Fue hace tanto que ya no recuerdo su segundo nombre, pero siempre tuve esa noción extraña de llamar “Corina” a mi mamá, nunca pude decirle mamí, o mama o má, o simplemente mamá. Siempre fue como si algo me dijera que tenía que saber su nombre, principalmente su nombre. Fue hace como veinte años, tenía seis y a pesar de haber tenido tan pocos aún tengo el recuerdo a viva piel. Aún percibo en mí como se sentía la textura de ese líquido que solo había visto en tan pocas cantidades, aún huelo ese olor a óxido de la sangre, recuerdo las balas y su cuerpo cayendo; recuerdo el silencio y su cuerpo cayendo, recuerdo los gritos de mi hermano que estaba en sus brazos y su cuerpo cayendo; recuerdo la soledad del instante cuando tocó el suelo; recuerdo la mirada de la gente que se dirigía hacia su cuerpo muerto; recuerdo que intenté despertarla, pero algo me decía que eso que le había entrado en la cabeza no me dejaría; recuerdo el llanto de mi hermano y el abrazo que le di; recuerdo los bomberos y los policías y sobre todo, recuerdo la pregunta estúpida de aquel reportero “¿Como se llamaba tu mami?... Corina...

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